Los esfuerzos del presidente Joe Biden para atemperar la escalada bélica entre Israel y Hamas sufrieron un duro revés el martes incluso antes de que partiera hacia Oriente Medio, ya que Jordania suspendió la cumbre prevista entre el mandatario estadounidense y mandatarios árabes después de que una explosión en un hospital de Gaza causara centenares de muertes.
Mientras Biden se preparaba para despegar de Washington, la Casa Blanca confirmó que ahora sólo tiene previsto visitar Israel. El aplazamiento de la cumbre de Amán se produjo después de que el líder palestino Mahmud Abás se retirara de las reuniones previstas en protesta por la explosión, que el Ministerio de Salud de Gaza atribuyó a un bombardeo israelí. El ejército israelí dijo que no estaba implicado y culpó a un misil palestino.
“Esta guerra y esta agresión están llevando a la región al borde del precipicio”, declaró Ayman Safadi, ministro jordano de Asuntos Exteriores, a la cadena estatal de televisión al-Mamlaka. Afirmó que Jordania sólo organizaría la cumbre cuando todos los participantes estuvieran de acuerdo en su propósito, que sería “detener la guerra, respetar la humanidad de los palestinos y entregarles la ayuda que merecen”.
Mientras estaba viajando rumbo a Israel a bordo del avión Air Force One, Biden emitió un comunicado en el que dijo estar “indignado y profundamente entristecido por la explosión en el hospital Al Ahli Arab de Gaza, y la terrible pérdida de vidas que se produjo”.
Dijo que “inmediatamente” después de conocer la noticia habló con el rey Abdalá II de Jordania y con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, y señaló que ordenó a su “equipo de seguridad nacional que continúe recopilando información sobre lo que ocurrió exactamente”.
“Estados Unidos defiende inequívocamente la protección de la vida de los civiles durante los conflictos y nos lamentamos por los pacientes, el personal médico y otros inocentes muertos o heridos en esta tragedia”, añadió Biden.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo que los funcionarios todavía no han determinado quién es el responsable de la explosión, calificó la situación de “muy dinámica, literalmente cambiando a cada hora”, y agregó que “no sería apropiado para nosotros reaccionar a los informes iniciales de una manera u otra”.
“No vamos a ponernos a reaccionar casi en tiempo real”, dijo Kirby a los periodistas a bordo del Air Force One. Dijo que Jordania declaró tres días de luto tras la explosión en el hospital y que Biden comprendió la medida y formó parte de una decisión “mutua” de suspender la visita a Jordania.
La cancelación significa que Biden no se reunirá con el rey jordano, con Abás ni con el presidente egipcio Abdul Fatá El Sisi. Pero Kirby dijo que tendría la oportunidad de hablar con los mandatarios por teléfono a su regreso a Washington. La rápida evolución de los acontecimientos refleja una situación cada vez más volátil que pondrá a prueba los límites de la influencia estadounidense en la región.
En Israel, Biden tenía previsto reunirse con Netanyahu y otros funcionarios israelíes, así como con socorristas israelíes y las familias de las víctimas y de los rehenes tomados cuando Hamas realizó su incursión en Israel.
La decisión de Biden de ir a una zona de conflicto —el mismo año en que hizo una visita sorpresa a Ucrania— demuestra su voluntad de asumir riesgos personales y políticos al implicarse a fondo en otro intrincado conflicto extranjero, que no tiene resolución clara pero sí una alta posibilidad de que las cosas se salgan de control.
El arriesgado viaje presidencial es emblemático de la convicción de Biden de que Estados Unidos no debe dar la espalda al papel central que ocupa en el tablero global y de su fe en que la diplomacia personal puede desempeñar un rol decisivo.
“Así es como Joe Biden cree que funciona la política y se hace la historia”, comentó Jon Alterman, vicepresidente sénior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS por sus siglas en inglés) que trabajó en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos mientras Biden era miembro.
Israel cortó el suministro de agua, combustible y alimentos a Gaza tras el ataque del 7 de octubre por parte de Hamas que mató a más de 1.400 israelíes y desencadenó la guerra en curso. Los mediadores han enfrentado dificultades para llegar a un acuerdo para abastecer a los civiles, a los grupos humanitarios y a los hospitales.
Conforme la crisis humanitaria va creciendo, también aumenta la preocupación de que el conflicto rebase los confines de Gaza. En la frontera norte de Israel ya ha habido algunos choques con Hezbollah, un grupo respaldado por Irán que tiene sus bases en el sur de Líbano.
“Hay muchas cosas que pueden salir mal en este viaje”, dijo Alterman.
Los viajes de Biden estarán plagados de problemas de seguridad, y las visitas de otros funcionarios estadounidenses se han visto interrumpidas por el lanzamiento de misiles contra Israel. Otros ataques de Israel contra Gaza también podrían provocar más condenas en un momento en el que Biden pretende demostrar su solidaridad con el aliado más cercano de Estados Unidos en la región.
Estados Unidos ha cambiado sutilmente su mensaje a lo largo de la última semana, manteniendo su apoyo incondicional a Israel y subiendo poco a poco el volumen diplomático sobre la necesidad de ayuda humanitaria en Gaza, a medida que Biden y sus asesores han ido escuchando predicciones cada vez más funestas sobre la posibilidad de que las imágenes de los sufrimientos de los palestinos desencadenen protestas y disturbios más amplios en todo Medio Oriente.
Kirby dijo que Biden presionará a Israel para que garantice que la ayuda humanitaria llegue a Gaza lo antes posible y que siga llegando después de eso. Añadió que el presidente trataría de apaciguar las tensiones y asegurarse de que la guerra no desencadene un conflicto más profundo.
“Los israelíes le darán una idea de la situación sobre el terreno y, lo que es más importante, de sus objetivos, sus planes y sus intenciones para los próximos días y semanas”, dijo Kirby refiriéndose a Biden. “Y les hará preguntas difíciles. Se las hará como amigo”.
Agregó que las consultas no serían “amenazadoras ni en modo alguno polémicas”.
No obstante, funcionarios estadounidenses afirmaron que ha quedado claro que la ya limitada tolerancia árabe hacia las operaciones militares de Israel se evaporaría por completo si empeoran las condiciones en Gaza.
Su análisis preveía que una condena rotunda a Israel por parte de mandatarios árabes no sólo sería una bendición para Hamas, sino que probablemente animaría a Irán a intensificar su actividad antiisraelí, lo que aumentaría el temor a que estallara una conflagración regional, según cuatro funcionarios que hablaron con The Associated Press bajo condición de anonimato para discutir las deliberaciones internas del gobierno.
El secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, que iba y venía entre dirigentes árabes e israelíes antes de la visita de Biden, pasó siete horas y media reunido el lunes en Tel Aviv en un esfuerzo por lograr algún tipo de acuerdo para suministrar ayuda humanitaria, y salió con luz verde para crear un plan sobre cómo puede entrar la ayuda en Gaza y distribuirse entre los civiles.
A primera vista se trataba de un logro modesto, pero los funcionarios estadounidenses subrayaron que representaba un cambio significativo en la postura inicial de Israel, que era que Gaza siga sin combustible, electricidad, agua y otros suministros esenciales.
Biden tiene un largo historial de mostrar públicamente su apoyo a Israel al tiempo que expresa en privado a los israelíes preocupación por su comportamiento.
“Cree que la única manera de meterse en la cabeza de los israelíes es demostrar una profunda empatía, pero también estar allí”, indicó Alterman.
En Estados Unidos, Biden se ha ganado los inusuales elogios de los republicanos por su liderazgo en cuanto a Israel, pero la posibilidad de proporcionar más ayuda es incierta. El gobierno estadounidense ha dicho que pedirá más de 2.000 millones de dólares en ayuda tanto para Israel como para Ucrania, aunque los republicanos de la Cámara de Representantes siguen en desacuerdo.
Con decenas de miles de soldados concentrados a lo largo de la frontera con Gaza, es previsible que Israel lance una invasión terrestre, pero los planes siguen siendo inciertos. Mientras tanto, el número de muertos sigue aumentando. Los ataques israelíes contra Gaza han matado a por lo menos 2.700 personas y herido a más de 9.700, según el Ministerio de Salud de Gaza. Casi dos tercios de los muertos eran niños, según un funcionario del ministerio.
Se cree que otras 1.200 personas de toda Gaza están sepultadas bajo los escombros, vivas o muertas. Más de un millón de palestinos han huido de sus hogares —aproximadamente la mitad de la población de Gaza— y el 60% se encuentra ahora en un área de aproximadamente 14 kilómetros (8 millas) de largo al sur de la zona de evacuación, según Naciones Unidas.