Las últimas cuatro semanas en Estados Unidos han estado marcadas por un gran contraste entre las dos campañas: la de Kamala Harris, que ha logrado en tiempo récord hacerse un hueco y remotivar a su bando; y la de Donald Trump, frustrado por esta nueva rival, que bloquea su camino hacia la Casa Blanca.
Kamala Harris aumenta el entusiasmo en el campo demócrata
La campaña de Harris disfrutó de un agosto ideal, sin tiempos muertos mediáticos, entre el nombramiento de compañero de fórmula, el anuncio de propuestas económicas y migratorias, la convención demócrata y una primera entrevista sin grandes errores.
Tim Walz o el regreso de la amabilidad a la política
El 6 de agosto, Kamala Harris anunció el nombre de su vicepresidente si es elegida para la Casa Blanca. Eligió a Tim Walz, gobernador de Minnesota, y éste recibió una calurosa bienvenida por parte de los demócratas. Veinticuatro horas después de su nombramiento, la campaña de Harris había recaudado 42 millones de dólares.
Su perfil es complementario al de la candidata: él procede de un entorno rural, ella de California; él es blanco, ella negra; él es exveterano, entrenador y profesor, ella hizo carrera en Derecho. Su perfil de tío simpático contrasta con la imagen elitista de muchos políticos demócratas.
No brilla por su elocución —nunca había leído un discurso en un teleprompter, admitió durante sus entrevistas con la campaña de Harris antes de su nominación—, pero sus palabras combinan sentido común y benevolencia. Tanto que a veces se le compara con Ted Lasso, el personaje de la serie homónima que ha marcado el regreso de la amabilidad y el buen humor a la televisión en los últimos años.
Kamala Harris o cómo cortar por lo sano con Joe Biden
Kamala Harris consiguió sustituir a un candidato en funciones. Por definición ella tiene que defender su historial, y al mismo tiempo presentarse como la opción del cambio. Para ello, tuvo que romper con Joe Biden y construir su propia marca.
Atrás queda la defensa de la democracia y el referéndum contra Donald Trump: ya no se trata de pedir el voto contra la amenaza republicana, sino a favor de las propuestas de la demócrata. Y apuesta tanto por la «alegría» —la palabra estuvo en boca de todos en la convención del partido del 19 al 22 de agosto— como por mirar al futuro.
La campaña de la candidata también se ha preocupado por abordar dos de los temas que más preocupan a los estadounidenses: la inflación y la crisis migratoria. Kamala Harris propone medidas para impulsar el poder adquisitivo, en particular la propiedad de la vivienda, pero también adopta una línea más dura en relación con la seguridad de la frontera mexicana.
Comunicación bien ensayada… por ahora
Kamala Harris, que en el pasado ha pisado a veces la alfombra al hablar en público tardó mucho en conceder su primera entrevista. La CNN obtuvo la exclusiva el 29 de agosto. La entrevista transcurrió sin contratiempos, un alivio para su bando, aún traumatizado por las meteduras de pata de Joe Biden.
Al mismo tiempo, su equipo de comunicación está haciendo un trabajo eficaz, con comunicados de prensa ocasionalmente mordaces sobre Donald Trump.
La candidata, que sale al campo en zapatillas Converse, también sabe jugar con los códigos de la red social TikTok —tiene su propia cuenta además de la de campaña—, un buen punto para dirigirse a la generación más joven de votantes. Además, reunió a un montón de estrellas en la convención del partido, desde los matrimonios Obama y Clinton hasta la diosa de la televisión estadounidense Oprah Winfrey. Incluso se rumoreó que Beyoncé vendría a cantar… pero eso no fue más que un dulce sueño demócrata.
Una bóveda bien provista y equipos motivados
El retorno del entusiasmo, visible en las encuestas y en el tamaño de las multitudes que acuden a los mítines de Kamala Harris, también se aprecia internamente. Su campaña puede contar con donaciones que se han disparado: más de 500 millones de dólares recaudados desde su llegada a la candidatura. También cuenta con más de 2.000 empleados de campaña (frente a los 300 de Trump) y miles de voluntarios que llaman a las puertas y hacen llamadas telefónicas para la candidata.
Hay algo de Obama 2008 en esta campaña, según los veteranos de la política estadounidense que cubrieron el ascenso al poder del primer presidente negro. En un memorando enviado el domingo, Jen O’Malley Dillon, directora de campaña de Kamala Harris, advirtió a sus equipos de que nada es seguro. «No se equivoquen: nos dirigimos a la recta final de esta carrera como perdedores». Y añadió: «Esta carrera va a seguir siendo increíblemente reñida y vamos a tener que trabajar extraordinariamente duro para convencer a los votantes que van a decidir estas elecciones».
Donald Trump o el regreso de los viejos demonios
Luto por su antiguo rival
Incluso sus partidarios más leales admitirán que agosto fue un mes difícil para Donald Trump. En una campaña electoral estadounidense, la convención de uno de los dos grandes partidos suele ir seguida de un rebote en las encuestas. Esta vez no ha sido así. Nada más al terminar la convención republicana, Joe Biden anunció que dejaba paso a Kamala Harris. Todos los focos recayeron sobre la nueva candidata demócrata, y desde entonces está en el punto de mira. Sin embargo, si hay algo que Donald Trump odia es que dejen de hablar de él.
El republicano se esfuerza por asimilar la derrota de un rival debilitado al que pensaba noquear el 5 de noviembre. En su lugar, el expresidente de 78 años tiene que enfrentarse a una mujer 20 años más joven que él, sin problemas de dicción, y que ha conseguido revigorizar el entusiasmo de su bando.
De hecho, es un candidato frustrado que da rienda suelta a sus pensamientos en las ruedas de prensa: 162 mentiras en 64 minutos, según un recuento de la radio NPR, en su conferencia de prensa en Mar-a-Lago el 8 de agosto. Se refugia en su red social Truth y se comunica con mensajes insultantes y a menudo incoherentes. Sobre las multitudes en los mítines de Kamala Harris afirma que las genera la inteligencia artificial.
Incluso llega a sugerir que los demócratas intentan una vez más ‘robarle’ las elecciones en 2020 — lo consiguieron extendiendo el uso del voto electrónico por la pandemia del Covid-19, y esta vez lo intentan cambiando al candidato —.Este tipo de discursos conspirativos — recordemos que en las últimas elecciones presidenciales no se presentó ninguna prueba de fraude — no han tenido éxito en el terreno electoral hasta ahora…
¿Podrá cambiar las cosas?
Los estrategas republicanos tienen algunos consejos para evitar que Donald Trump sabotee su campaña. Debería concentrarse en los temas en los que los votantes le consideran más competente que Kamala Harris: la economía, la inmigración y la delincuencia. También tendría que señalar los puntos débiles de la candidata, en particular sus cambios de opinión sobre una serie de cuestiones como la fracturación hidráulica, la criminalización de los inmigrantes que cruzan la frontera y el seguro sanitario público universal. Por último, tendría que emplearse a fondo en dos estados cruciales para él: Georgia y Pensilvania.
Sin embargo, el multimillonario ha enviado señales contradictorias en Georgia: atacó públicamente a su gobernador Brian Kemp por no apoyarle en su intento de revertir el resultado de 2020, antes de dar marcha atrás en los últimos días.
Donald Trump, que se vendía como un hombre nuevo tras escapar a un intento de asesinato en julio, lucha por no hacer caso a sus instintos. A mediados de agosto, volvió a contratar a Corey Lewandowski, uno de los artífices de su victoria en 2016, que le permitía expresarse sin filtros, pero cuyo controvertido perfil está causando revuelo. Este último parece estar creando tensiones internas, en particular con Susie Wiles y Chris LaCivita, dos veteranos de las campañas republicanas que debían poner orden en la casa Trump.
¿Es Donald Trump capaz de hacer otra cosa que no sea Donald Trump? El propio hombre lo tenía claro. En una cena a principios de julio en los Hamptons con donantes adinerados, el multimillonario, cuando le preguntaron sobre qué temas haría campaña a partir de ahora (una forma educada de pedirle que se dejara de niñerías y se concentrara en los asuntos importantes), se limitó a responder: «Soy como soy».
RFK Jr. o la retirada con mínimas consecuencias
Estaba anunciado como «el tercer hombre» de estas elecciones: Robert Francis Kennedy Jr, alias RFK Jr, tiró finalmente la toalla el 23 de agosto y se unió al bando de Trump. Sin embargo, la contribución en votos de este candidato antivacunas y conspiranoico parece bastante insignificante, y muchos expertos señalan que sus votantes ya se inclinaban hacia el bando republicano o se abstenían de votar. RFK Jr., que sueña con un puesto en la administración Trump, podría ser incluso un repelente para los votantes moderados.
Actualización de las encuestas
En el espacio de unas semanas, Kamala Harris ha conseguido no sólo recuperar el terreno perdido, sino colocarse a la cabeza de los sondeos nacionales (49,2% de intención de voto frente al 45,7% de Donald Trump, según la media de Silver Bulletin, o 48,1% frente al 46,3%, según Real Clear).
También es extremadamente competitiva en los estados clave, de modo que la carrera, que parecía perdida para Joe Biden, está ahora muy abierta. Cabe señalar, sin embargo, que no ganó más terreno tras la Convención Demócrata: la mayor parte de sus avances se produjeron antes.
En detalle, Kamala Harris obtuvo mejores resultados que su predecesor Joe Biden entre los jóvenes, los independientes, los afroamericanos (importantes en Georgia), los latinos (importantes en Arizona y Nevada) y las mujeres (generalmente más inclinadas a votar que los hombres). En resumen, consiguió removilizar la gran coalición demócrata sin asustar a los independientes, lo que es todo un logro.
En general, a partir de septiembre, una vez concluidas las convenciones, los electores empiezan a estabilizar su elección y los movimientos en los sondeos pierden importancia. Por tanto, todo se jugará en el filo de la navaja, en un puñado de Estados clave. Pero como se trata de una carrera presidencial única, no podemos descartar otra sorpresa antes de noviembre.
Próximo en el calendario: el esperado debate
Kamala Harris y Donald Trump se enfrentarán el martes 10 de septiembre en la cadena ABC. Aún no se sabe si habrá un segundo debate. Hay mucho en juego para Kamala Harris: no es cuestión de que la ex fiscal repita el desastre de su predecesor Joe Biden. En cuanto a Trump, tendrá que demostrar que es capaz de debatir con una candidata más joven y en mejor forma sin perder el norte.
Y para sonreír… dos salas, dos ambientes
Para ilustrar el contraste de ambiente entre las dos campañas de este agosto, he aquí dos vídeos divertidos, pero no por las mismas razones.
El primero está tomado de la «toma de lista» en la Convención Demócrata, el momento en que las delegaciones de cada Estado anuncian su apoyo oficial al candidato. Como hemos visto, en esta convención todo era «alegría». Y es justo decir que la delegación de Georgia lo dio todo, con la aparición del rapero Lil Jon, que sumió a la sala en un júbilo extraordinario.
En cambio, el 22 de agosto, en Georgia, el compañero de fórmula de Donald Trump, J.D. Vance, no estaba muy contento cuando entró en una tienda de donas. Una vendedora empezó pidiéndole que no apareciera en cámara — J.D. Vance puede dar las gracias a su equipo, que había preparado bien la visita — y el candidato hizo entonces una bochornosa actuación de «small talk» (entablar conversación, hablar de cualquier cosa y de todo — los estadounidenses suelen ser excelentes en este tipo de ejercicios —).