La Selección Mexicana dijo adiós a Rusia 2018 y lo hizo de la misma forma que en los últimos siete Mundiales: en octavos de final tras caer 2-0 ante un equipo brasileño que supo aprovechar sus momentos y ‘matar’ cuando se requería. El partido comenzó con un Tri agresivo que tenía en las bandas el talento. Vela y ‘Chucky’ así lo hacían notar y más cuando Filipe Luis dejó en claro que está lejos de Marcelo y no por su falta de fútbol ofensivo, sino hasta para defender.
Guillermo Ochoa, a pesar de la eliminación contra Brasil, fue el hombre que evitó una caída más abultada en octavos de final con atajadas brillantes y una actuación que lo rescata en México.
Tan cerrado como el pasado reciente. Brasil lo sabía y lo sigue sabiendo. Enfrentar a México es una combinación de amargura y de alegría, quizás porque son tan parecidos que el sentimiento confunde al corazón y hasta la mente.
Y cómo no. Tite quizás no esperaba a Rafa Márquez en el 11 titular y quizás ni el propio histórico del Tri lo esperaba. Aquellas cosas de Juan Carlos Osorio.
La más clara de México llegó entonces con Hirving. El tipo bajó una pelota como solo él sabe, le mostró la pelota a Filipe Luis y en el mismo movimiento se la quitó para dejar claro que no era lo mismo el del Real que el del Atlético.
Llego entonces el minuto 25 y con él, la embestida de Brasil comandada por Neymar y Coutinho, pero la defensa supo contener salvo un desborde del 10 que agarró mal parado a Edson Álvarez y que provocó la más clara de la Verdeamarela al grado que la pelota no entró por una pierna salvadora.
Y sí, Brasil era más peligroso por momentos, pero tampoco tan acosante como aquel que provocaba furor y no caídas, pues este Brasil y el ‘jogo bonito’ están lejos de su historia.
Pero entonces llegó el segundo tiempo y el conjunto sudamericano fue por todo, mientras Juan Carlos Osorio decidió poner a un Miguel Layún que lució desconectado y lejos del ritmo de partido.
Y fue entonces cuando a seis minutos de reiniciado el juego apareció una jugada que partió de la izquierda, se metió al centro y se reinició, pues regresó a la izquierda con gran taconazo, centraron y apareció Neymar para abrir el marcador.
Desde ese momento, Mexico se fue al frente, se adueñó de la pelota pero no tuvo claridad. Entraron Jona dos Santos, y Raúl Jiménez pero pudo entrar cualquiera y todo seguía igual.
México intentó inclinar la cancha y por momentos lo hizo pero el contragolpe nunca estuvo tan latente con Neymar y más cuando entró Firmino.
Entonces vino una contra explosiva que terminó con todo, con la ilusión, con el partido y hasta con gol, menos con algo, con el partido que se va a prolongar otros cuatro años.
Firmino puso el 2-0 y el encuentro terminó antes del silbatazo final. México sabía que había llegado de nueva cuenta a su límite, a donde cada cuatro años y a dónde la historia se resiste a ponernos, cómo una repetición que no terminamos de entender.