Tommy Fisher logró multimillonarios contratos federales pero construyó una barrera plagada de problemas que amenaza derrumbe. Ahora quiere que el Gobierno le rescate.
Tommy Fisher, un empresario de 51 años que invirtió 30 millones de dólares en construir un tramo de muro de tres millas en la frontera de Texas con México, busca ahora quien lo compre, según reporta la web informativa Bloomberg.
La barrera, ubicada cerca del río Grande, consiste de 15,000 postes de hierro de 18 pies de alto ubicado a cinco pulgadas de distancia entre ellos. Fisher la construyó gracias en parte al financiamiento del grupo We Build the Wall (Nosotros construimos el muro, en inglés, que recaudó unos 25 millones de dólares con la promesa de construir un gran muro fronterizo como el que prometió el expresidente Donald Trump.
Steve Bannon, exjefe de estrategia de la Casa Blanca y ex aliado de Trump, enfrentó cargos de fraude por desviar parte de los recursos que recaudó We Build the Wall para el muro que construyó Fisher.
Las obras, además, sufren deficiencias en su construcción y defectos de diseño.
Fisher, simpatizante de Trump, ganó varios contratos multimillonarios cuando éste era presidente para construir nuevos tramos de muro fronterizo, en parte gracias a su relación con Bannon y el grupo We Build the Wall.
Según reportó el diario The Washington Post, para llamar la atención de Trump, Fisher acudió a la cadena de noticias Fox News, donde apareció en varias ocasiones promocionando el muro con la promesa de que él podría construirlo más barato que las autoridades federales.
Fue contactado así por la Casa Blanca, que enfrentaba problemas para que el Congreso (controlado entonces por los republicanos) financiara el muro que pretendía construir Trump. El expresidente terminó desviando fondos del Pentágono para la barrera fronteriza. Pero perdió las elecciones conra Joe Biden en noviembre y cuando éste llegó a la Casa Blanca paralizó el proyecto.
El muro que Fisher está vendiendo ahora tuvo un costo estimado de entre 20 y 30 millones de dólares. Durante su construcción, los trabajadores batallaron para contener la erosión por su excesiva cercanía al río,y ahora la estructura está en riesgo de derrumbarse o ser arrastrada por las aguas, según reportó el diario The Washington Post.
La barrera cortó además el acceso a la ribera para los agentes de la Patrulla Fronteriza, por lo que cuando los inmigrantes indocumentados cruzan al lado estadounidense deben dar un rodeo para detenerlos, según el diario.
La compañía de Fisher, basada en Dakota del Norte, construyó su muro pese a la oposición de vecinos y varias organizaciones ambientalistas.
El año pasado, la organización sin fines de lucro National Butterfly Center demandó al grupo We Build the Wall y a Fisher Industries, alegando que los postes de la barrera fronteriza y el trabajo realizado en el terreno cambiarán el flujo del Río Grande y causarán nuevas inundaciones en ambas orillas.
Pese a la oposición vecinal y a las demandas, Fisher siguió invirtiendo dinero en el proyecto y dijo que creía que estaba construyendo el Lamborghini de los muros y que alguien lo compraría, según un reporte de la publicación Insider.
Al parecer, según Bloomberg, Fisher espera que el Gobierno federal sea el que le compre su muro. Pero en su primer día en el poder, el 20 de enero, Biden firmó un decreto para anular el estado de emergencia nacional decretado por Trump para desviar fondos del Pentágono, y detuvo las obras del muro federal.
A inicios de junio, el Departamento de Seguridad Nacional anunció que, después de revisar qué hacer con una partida que el Congreso le había otorgado para construir el muro, decidió emplear esos fondos para «hacer frente a asuntos urgentes de medioambiente y seguridad» que resultaron de la construcción de la barrera en California y el Valle del Río Grande (Texas)