El Gobierno que preside Donald Trump ha publicado este martes en el Registro Federal la regla que rige los acuerdos de cooperación firmados con Guatemala en julio, y con El Salvador y Honduras en septiembre
Comenzará así casi de inmediato a deportar a estos países a solicitantes de asilo llegados a su frontera sur, enviándoles en algunos casos a áreas selváticas, según el diario The Washington Post, y sin saber qué será de su futuro allí, según la web informativa BuzzFeed.
La regla entra en vigor hoy 19 de noviembre, y aplica a todos los que desde hoy traten de entrar en el país tanto de forma irregular como a través de puertos de entrada.
La justificación del Gobierno es la llegada de cientos de miles de migrantes a la frontera (1,1 millones en el último año fiscal), que “a menudo” no logran ver admitida su solicitud de asilo y son finalmente rechazados.
Pero el retraso acumulado en las cortes migratorias (980.000 casos, de los que más de la mitad son peticiones de asilo) lleva a que cada caso tarde en resolverse una media de dos años y medio, durante los cuales los solicitantes pueden, en principio, vivir y trabajar en Estados Unidos.
El Gobierno ha intentado evitar esto último llegando a un acuerdo con México para que los solicitantes de asilo esperen allí a la resolución de su caso. Pero, con los nuevos acuerdos firmados con los países centroamericanos (casi la mitad de solicitudes de asilo pendiente provienen de allí), ahora además puede enviarles a los migrantes, tanto a los suyos como a los de otras nacionalidades.
La regla afecta a los migrantes que hayan pedido asilo en Estados Unidos sin antes hacerlo en alguno de los países seguros que cruzaron durante su camino.
La ley estadounidense permite rechazar a estas personas, considerando que, si venían huyendo de una amenaza para sus vidas, bien pudieron quedarse en el primer país seguro al que llegaron sin necesidad de seguir su camino más allá.
El Estatuto de los Refugiados firmado en Suiza en 1951 establece que, para obtener la categoría de seguro, un país debe cumplir con condiciones como garantizar que los migrantes no serán devueltos al lugar donde su vida se ve amenazada, así como acceder a una vivienda, seguridad social, empleo y educación.
Estados Unidos tiene un acuerdo de este tipo con Canadá desde 2002 (aunque este país no está incluido en la nueva regla), y este año firmó acuerdos con Guatemala, El Salvador y Honduras. No está claro sin embargo que estos países, asolados por la violencia y la pobreza (precisamente el motivo por el que huyen sus emigrantes) puedan recibir y atender apropiadamente a los solicitantes de asilo que les lleguen de Estados Unidos.
De acuerdo con el diario The Washington Post, Guatemala está preparada ya para recibir a los primeros migrantes expulsados (una docena, que podrían llegar ya en cualquier momento) en el departamento de Petén, una zona remota que es famosa entre los turistas por sus ruinas mayas, pero que no cuenta con las facilidades ni el personal para atenderlos. Ni siquiera hay un vuelo directo entre Estados Unidos y esa zona, que se encuentra en el medio de la selva.
El Gobierno de Trump, que ha negado esta información, ha prometido a entregar unos 50 millones de dólares a Naciones Unidas para desarrollar este programa de asilo en Guatemala. Sin embargo, los migrantes podrían llegar antes que el dinero.
Además, según la web informativa BuzzFeed News, el Gobierno no sabía ni siquiera cómo se atendería a los migrantes una vez en Guatemala, Honduras y El Salvador, o si se les proveería de refugio, comida, transporte y otros cuidados. Es importante notar que no sólo llegarían nacionales de esos países, sino también de otros como China, Cuba o de naciones africanas, que ni siquiera hablan español.