Cerca de 200 soldados de Texas serán enviados a la área metropolitana de Chicago este miércoles, mientras que aproximadamente 300 miembros de la Guardia Nacional de Illinois también se alistan para ser movilizados, según lo declarado por un representante de las fuerzas armadas de Estados Unidos. La misión principal de estas tropas no consistirá en realizar funciones policiales, sino en ofrecer asistencia logística a los funcionarios federales encargados de la inmigración.
Esta movilización de personal militar se produce en un contexto de creciente atención por parte del gobierno federal hacia la implementación de la ley migratoria. La decisión coincide con la llegada a Chicago del director del FBI, Kash Patel, y la reunión de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, con las fuerzas del orden en Portland, Oregón, donde han ocurrido intentos similares de enviar tropas por parte de la administración.
El despliegue de la Guardia Nacional en ciudades gobernadas por demócratas ha sido una táctica recurrente adoptada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el transcurso de este año, argumentando que se trata de una respuesta a la criminalidad y como parte de sus estrategias más amplias en la aplicación de la ley migratoria. Este despliegue en Chicago resalta la continuidad de una política que combina objetivos de seguridad con iniciativas de control de la inmigración.
La llegada de las fuerzas de Texas y la Guardia Nacional de Illinois se enmarca, por lo tanto, dentro del reforzamiento de las operaciones federativas, aunque el representante militar aclaró que las tareas se limitarán a brindar apoyo a los agentes de inmigración. De este modo, la administración de Trump mantiene su enfoque en el uso de recursos militares federales para asuntos de orden interno en Estados Unidos.
