El domingo, el reverendo Albert Olivera llevó a cabo su último servicio en la Primera Iglesia Bautista de Gordon, Texas. Regresará a Brasil para no infringir la normativa.
Miles de líderes religiosos en los Estados Unidos se enfrentan a un significativo desafío: la demora en la obtención de visas para trabajadores religiosos está forzando a muchos a abandonar sus congregaciones y, en ocasiones, el país por completo.
Uno de estos casos es el reverendo Albert Oliveira, un eclesiástico originario de Brasil, quien recientemente realizó su servicio final en persona en la Primera Iglesia Bautista en Gordon, Texas, antes de optar por auto-deportarse a Brasil.
Oliveira se encontraba en los Estados Unidos con una visa especial de trabajador religioso, la cual estaba por caducar. A pesar de haber dedicado años a navegar el intrincado sistema migratorio y haber abonado más de $30,000 en tasas, su petición de residencia permanente continúa sin resolución. Para no infringir la ley, Oliveira, su esposa alemana Caroline, y su niño de tres años, nacido en Estados Unidos, tuvieron que regresar a Brasil.
«No es mi responsabilidad que haya un retraso», manifestó Oliveira. «Están modificando las reglas mientras se desarrolla el juego en el terreno de juego».
Su intención es seguir predicando a su congregación a través de Zoom hasta que tenga la oportunidad de renovar su solicitud y regresar, un procedimiento que se anticipa tomará años debido a la demora.
El acumulamiento de solicitudes de visas, principalmente atribuible a un aumento abrupto en el número de migrantes durante la administración Biden y a los retrasos continuos, ha complicado cada vez más que los trabajadores religiosos internacionales mantengan sus ministerios en los Estados Unidos. Sin una residencia permanente, muchos se ven forzados a auto-deportarse o a dejar sus funciones, dejando a las congregaciones sin líderes espirituales.
Una integrante de la iglesia, Nancy Robeleski, compartió su descontento al expresar: «Albert ha seguido todos los procedimientos, y que le quiten todo esto es injusto».
Actualmente, las visas para trabajadores religiosos bajo la categoría EB-4 enfrentan tiempos de espera estimados de 15 a 20 años, debido al número restringido de visas anuales y a un creciente retraso. La legislación en discusión, como la Ley de Protección de la Fuerza Laboral Religiosa, busca abordar estas cuestiones permitiendo que aquellos con solicitudes aprobadas continúen laborando mientras aguardan por sus residencias permanentes.
Hasta que la situación se normalice, los líderes pastorales como Oliveira y sus familias deben tomar elecciones difíciles, equilibrando su devoción al ministerio con las realidades del entorno migratorio. Por el momento, Oliveira mantiene la esperanza, dejando algunas pertenencias personales y confiando en que un día regresará a su iglesia y Congregación en Texas.
