Más de una semana después de que el gobierno de Joe Biden puso en vigor restricciones al asilo, el impacto de la medida no ha sido igual en las localidades en México que albergan a los migrantes.
Algunos refugios al sur de la frontera con Estados Unidos están apoyando a muchos más migrantes ahora que el gobierno de Biden dejó de considerar la mayoría de las solicitudes de asilo, mientras que otros todavía no han visto grandes cambios.
El impacto parece estar siendo desigual más de una semana después de que entró en vigor la restricción temporal. Los refugios al sur de Texas y California tienen mucho espacio, mientras que las cerca de 500 deportaciones que se están registrando desde Arizona todos los días han sobrecargado refugios en el estado mexicano de Sonora, dijeron sus directores.
«Tenemos que rechazar a la gente porque no podemos, no tenemos espacio para todas las personas que necesitan refugio», dijo Joanna Williams, directora ejecutiva de Kino Border Initiative, que puede acoger a 100 personas al mismo tiempo.
Alrededor de 120 migrantes llegaron al refugio San Juan Bosco en Nogales, al otro lado de la frontera con la ciudad de Arizona del mismo nombre. Esa cifra representa el triple frente a los cerca de 40 que había antes del cambio de política, según su director, Juan Francisco Loureiro.
«Hemos tenido un aumento bastante notable», dijo Loureiro el jueves pasado a la agencia AP. La mayoría son mexicanos, tanto familias como adultos. México también acordó aceptar deportados de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela.
Un refugio en Agua Prieta, un pueblo remoto en la frontera con Douglas, Arizona, también comenzó a recibir más hombres, mujeres y niños mexicanos el fin de semana pasado: 40 el domingo, más de 50 el lunes y luego unos 30 por día.
Al igual que los enviados a Nogales, la mayoría había ingresado a Estados Unidos por una zona más al oeste de la frontera, a lo largo de los estados de Arizona y California, explicó Perla del Ángel, trabajadora del Centro de Atención a Migrantes Exodus.
«Hay mucha incertidumbre» por las restricciones al asilo en la frontera
Los mexicanos representan un porcentaje relativamente grande de los arrestos fronterizos en gran parte de Arizona en comparación con otras regiones, lo que puede ayudar a explicar por qué Nogales se ve afectado. Los mexicanos son generalmente la nacionalidad más fácil de deportar, porque los funcionarios solo tienen que llevarlos en auto hasta un cruce fronterizo en lugar de organizar un vuelo.
En Tijuana, los directores de cuatro grandes albergues dijeron la pasada semana que no han recibido ni un solo migrante deportado desde que entró en vigor la restricción al asilo. Al Otro Lado, un grupo de defensa de los inmigrantes, habló apenas con siete inmigrantes durante el primer día completo de operación de un puesto de información en el cruce principal donde los inmigrantes son deportados desde San Diego.
“Lo que hay ahora es mucha incertidumbre”, dijo Paulina Olvera, presidenta de Espacio Migrante, que alberga hasta 40 personas que viajan en familias, predominantemente de México, y tiene a otras que han debido dormir en la acera afuera. “Hasta ahora, lo que hemos visto son los rumores y el impacto en la salud mental de las personas. Aún no hemos visto retornos”, agregó.
Funcionarios del gobierno de Biden dijeron la semana pasada que miles de personas han sido deportadas desde que entró en vigor la nueva norma el 5 de junio, que suspende el asilo cada vez que los arrestos por cruces ilegales alcanzan un límite de 2,500 en un solo día. Los funcionarios, que informaron a los periodistas bajo condición de anonimato, no fueron más específicos. La restricción permanecerá vigente hasta que los arrestos caigan por debajo de un promedio diario de 1,500 por un período de siete días.
“Estamos listos para repatriar un número récord de personas en los próximos días”, dijo a los periodistas Blas Núñez-Neto, subsecretario de seguridad nacional para política fronteriza e inmigración después de que se anunció la política.
El Departamento de Seguridad Nacional no respondió de inmediato a una solicitud de cifras el viernes y tampoco lo hizo el Instituto Nacional de Migración en México.
El reto de albergar y alimentar a los migrantes
Mientras tanto, las autoridades mexicanas han estado recogiendo a migrantes y trasladándolos bastante al sur de la zona fronteriza.
Las ciudades fronterizas mexicanas se vieron muy afectadas por cambios previos en la política migratoria estadounidense, como por ejemplo los llamados Protocolos de Protección de Migrantes o Remain in Mexico en inglés de la era Trump, según el cual unas 70,000 personas esperaban en México sus audiencias en un tribunal de inmigración de Estados Unidos. Grupos de defensa de inmigrantes iniciaron una demanda federal contra esta nueva política del gobierno de Biden.
A algunos defensores les preocupa que más personas deban esperar mucho tiempo en los refugios mientras intentan ingresar legalmente a través de la aplicación CBP One, que otorga 1,450 citas por día. Algunos migrantes en Espacio Migrante llevan ocho meses intentando conseguir una cita en CBP One, dijo Olvera.
La Casa del Migrante en Matamoros ahora está funcionando aproximadamente a la mitad de su capacidad en una red de refugios en toda la ciudad que en conjunto pueden albergar hasta 1,600 personas. Pero Berta Alicia Domínguez, su directora, anticipa que se produzca en ellos un cuello de botella a medida que más inmigrantes compitan por espacios a través de CBP One. Por ello está buscando ayuda de la diócesis católica y de organizaciones no gubernamentales.
“La comida va a ser escasa para los migrantes y esperamos que las organizaciones nos puedan apoyar en esa situación, porque alimentar a 500 personas es una verdadera hazaña”, dijo Domínguez.
Piedras Negras está al otro lado de la frontera con Eagle Pass, Texas, un punto álgido en la batalla del gobernador Greg Abbott con la administración Biden por la aplicación de la ley de inmigración. Los flujos migratorios alcanzaron su punto máximo allí en diciembre, cuando la Casa del Migrante Frontera Digna albergó hasta 1,000 inmigrantes.
El refugio tenía menos de 150 personas el jueves pasado, pero a Isabel Turcios, la directora del refugio, le preocupan las consecuencias no deseadas de eximir a los niños no acompañados de la orden de Biden.
“Tenemos miedo de que muchas madres empiecen a enviar a sus hijos solos”, reconoció Turcios.