El presidente vuelve a cuestionar la separación de poderes y exhibe su inquietud por la investigación de Mueller
Si quiero, puedo; pero no me hace falta hacerlo. Bajo esa amenazante tesis, el presidente estadounidense, Donald Trump, defendió este lunes su capacidad de aprobar un indulto para él mismo en caso de ser condenado en la investigación del fiscal especial de la trama rusa. “Tengo el derecho absoluto de perdonarme a mí mismo, pero ¿por qué haría eso cuando no he hecho nada malo?”, escribió en Twitter.
El republicano alegó que “numerosos expertos legales” consideran que tiene el derecho de exonerarse, lo cual supondría que el presidente decide imponer su criterio por encima del de un juez. No existe, sin embargo, un fallo concreto ni consenso legal acerca de que pudiera hacerlo. Al margen de la mayúscula polémica política y daño a la Justicia que implicaría una decisión de ese calado tal como ha admitido el mismo equipo legal del presidente.
El trasfondo de las palabras de Trump es evidente. Vuelven a cuestionar su respeto a la separación de poderes en una de las democracias más consolidadas del mundo. Y exhiben su inquietud por la investigación del fiscal Robert Mueller, que lleva más de un año examinando los lazos rusos del entorno de Trump y ha estrechado el cerco alrededor del mandatario. Desde las filas demócratas, se criticó duramente el mensaje de Trump sobre un hipotético indulto. Pero, como en anteriores polémicas, el silencio reinó entre los republicanos.
En el mismo tuit, Trump se quejó de que continúa la “interminable caza de brujas” en alusión a la investigación de Mueller y describió al equipo del fiscal especial como “13 demócratas muy enfadados”. Sin embargo, Mueller, un respetado jurista y exdirector del FBI, está registrado como votante republicano.
En otro mensaje, Trump consideró “totalmente inconstitucional” el nombramiento de Mueller, que el número dos del Departamento de Justicia decidió designar en mayo de 2017, a espaldas de Trump, para evitar cualquier suspicacia de injerencia en la investigación tras el despido de James Comey como director del FBI. “Pese a eso, jugamos el juego porque, a diferencia de los demócratas, no hemos hecho nada malo”, agregó el mandatario.
Mueller lleva más de un año de pesquisas. Sus dos principales objetivos son determinar si Trump o su entorno se coordinaron con Rusia en la injerencia en las elecciones presidenciales de 2016 que buscaba ayudarle a ganar los comicios y si el mandatario pudo cometer un delito de obstrucción a la justicia al cesar a Comey cuando investigaba la trama rusa.
El fiscal especial ha imputado a varios exasesores de Trump, que están cooperando con él, así como a una decena de ciudadanos rusos. La gran incógnita es si el republicano accederá a ser interrogado por Mueller, lo cual podría ocurrir en julio. En caso de considerar que el presidente ha cometido un delito, podría tratar de llevarle a un juicio penal, lo cual parece complicado, o remitir su informe al Congreso. Si los demócratas se hacen en las elecciones legislativas de noviembre con el control de la Cámara de Representantes, podrían impulsar un proceso de impeachment (destitución) contra Trump. Eso parece improbable si los republicanos mantienen su mayoría legislativa.
Es imposible saber qué propicia las tormentas de Trump en Twitter, pero seguramente los últimos mensajes sean consecuencia de las palabras de sus abogados. El diario The New York Times publicó el fin de semana un documento del equipo legal de Trump, enviado en enero a Mueller, que aseguraba que la Constitución permite al presidente “terminar la investigación o ejercitar su poder de perdón”. Pero Rudy Giuliani, uno de los letrados de Trump, advirtió el domingo de que perdonarse a sí mismo como presidente sería “impensable y probablemente llevaría inmediatamente a un impeachment”.