Zonas de alta concentración industrial en Texas no tienen monitoreo de los contaminantes más tóxicos como: monóxido de carbono, plomo, dióxido de nitrógeno, ozono, material particulado y dióxido de azufre.
A pesar de la alta concentración industrial, Texas no evalúa en todos los sitios de monitoreo los seis «contaminantes criterio»: monóxido de carbono, plomo, dióxido de nitrógeno, ozono, material particulado y dióxido de azufre.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) los regula porque representan un riesgo potencial a corto y largo plazo para la salud humana y el medio ambiente. Sin embargo, el único monitor de calidad del aire cercano a Cloverleaf no mide ni material particulado ni dióxido de azufre.
Jeff Robinson, un funcionario de la EPA que dirige la división de monitoreo del aire, dice que las leyes federales no obligan a medir los seis contaminantes criterio en cada sitio. Como cada contaminante tiene sus propias regulaciones, los estados deciden cuántos equipos son necesarios para evaluarlos, basándose en el número de habitantes y las fuentes de emisión.
Según Robinson, la TCEQ cumple con estas regulaciones, pero «no hay nada que impida a un estado tener un mayor control».
La información que recoge la TCEQ de los monitores de calidad del aire en realidad es difícil de entender para cualquier ciudadano promedio. Y casi toda está en inglés, lo cual puede ser una desventaja para Cloverleaf, donde más del 71% de los habitantes habla español en casa.
La composición demográfica ha cambiado en las últimas décadas: el barrio pasó de ser un lugar con mayoría de blancos anglosajones a una comunidad de inmigrantes mexicanos, hondureños, guatemaltecos, cubanos, salvadoreños, nicaragüenses y de otros países latinoamericanos, sobre todo porque los alquileres son más baratos.
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Cloverleaf: habitantes que viven con enfermedades respiratorias, desconocen la red de monitoreo del aire
No hay una normativa que estipule cómo deben presentarse los datos de monitoreo ambiental al público ni en qué formato hacerlo, dice Robinson.
Docenas de personas entrevistadas para este reportaje dijeron que no sabían de la existencia de una red de monitoreo del aire.
A Deysy Canales, de 34 años, madre de tres hijos, le gusta pasar tiempo al aire libre relajándose en su hamaca o cuidando sus plantas de sábila. Pero cada vez está más limitada a hacerlo.
Ha luchado contra el asma crónica desde que se mudó a Cloverleaf. Cuando supo que había equipos de monitoreo del aire estatales se sorprendió. “Sería importante que informaran a la población de la calidad del aire y la contaminación para así poder cuidarse uno más, las personas que son asmáticas como yo”, pide Canales.
Patricia Prado, de 43 años, otra vecina de Cloverleaf, también tiene asma y sufre con regularidad de congestión y alergias. Su hija, Jocelyn Prado, de 21 años, padece migrañas severas e incontrolables, alergias y psoriasis, una afección cutánea persistente que produce picor, enrojecimiento o escamas en la piel. Ellas tampoco sabían de los monitores de calidad del aire en su zona. «Fue impactante para mí y para mi madre (conocer esto). Es algo que no sabíamos. El gobierno no nos lo dice», lamenta Jocelyn.
Los datos de monitoreo del aire son difíciles de interpretar, señalan especialistas
La TCEQ asegura que ha trabajado para que los datos de calidad del aire en su sitio web sean fáciles de entender. Sin embargo, en su portal de internet no ofrecen una explicación sencilla de los niveles numéricos de los químicos que analizan para cada monitor, ni brindan contexto para ayudar a los usuarios a descifrar lo que están viendo.
«Se necesitan ampliar las formas de comunicar lo que esto significa para la salud. ¿Qué significa este nivel?», señala Natalie Johnson, toxicóloga medioambiental de la Facultad de Salud Pública de la Universidad A&M de Texas. «Actualmente, es difícil de interpretar».
Erandi Treviño, que vive 11 millas al sur de Cloverleaf y es organizadora de la Coalición de Comunidades Portuarias Saludables, dice que la red de monitoreo del aire en esencia es inútil para la gente de su comunidad.
«Un gran problema aún con (la) TCEQ es que la información que comparten es demasiado densa y difícil de entender», sostiene Treviño. «Necesitan comunicarse de una manera clara y con un lenguaje sencillo que pueda ser entendido por una persona promedio en la comunidad».
Victoria Cann, portavoz de la TCEQ, dijo en un correo electrónico que la intención principal de su red de monitoreo es utilizar los datos recogidos para determinar el cumplimiento de las regulaciones federales, pronosticar las condiciones de calidad del aire, evaluar las tendencias de la contaminación y estudiar su impacto en la salud humana para informar las decisiones regulatorias.
En respuesta a las críticas de los activistas medioambientales y de los investigadores, Cann dice que el público puede utilizar la información que registran los monitores «para ayudarles a tomar decisiones sobre su exposición personal”, de acuerdo con las condiciones de la calidad del aire en su área. Asegura que la agencia ambiental ha mejorado la accesibilidad y que, el año pasado, publicaron un tablero con los niveles de contaminación del aire en forma de velocímetro, una herramienta que planean seguir mejorando.