Algunos de los deportados tratan de embarcar de nuevo en el avión y protagonizan desperfectos frustrados por haber perdido la oportunidad de entrar a los Estados Unidos
El pasado martes se vivieron una escena de indignación en el principal aeropuerto de Haití entre los migrantes devueltos a su país desde el campamento bajo un puente fronterizo de Texas en el que todavía se acinan miles de haitianos. Mientras, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, enfrentaba una creciente presión para detener una política de expulsiones que la agencia para los refugiados de la ONU alerta de que podría ser ilegal.
Cerca de 10,000 migrantes, principalmente haitianos, siguen en el campamento improvisado debajo de un puente que cruza el río Bravo desde la ciudad texana de Del Rio hasta Ciudad Acuña en México. En los últimos días, las autoridades estadounidenses sacaron al menos a 4,000 personas del lugar para procesarlas en los centros de detención, de las cuales cientos ya han sido devueltas a Haití.
Los retornados reaccionaron con enojo al bajar de los vuelos en el aeropuerto de Puerto Príncipe después de gastar miles de dólares en arduos viajes desde la atribulada nación caribeña a través de Sudamérica con la esperanza de una vida mejor en los Estados Unidos. Un grupo de hombres se apresuró a regresar hacia el avión del que habían desembarcado, dijo un testigo de Reuters.
Exacerbados por la noticia de que el gobierno haitiano había aceptado las deportaciones, algunos lanzaron sillas y causaron desperfectos. «Estoy enojado con el gobierno, nos dijeron en prisión que el gobierno haitiano había firmado para enviarnos de regreso a Haití. Todos son malas personas», dijo Yranese Melidor, de 45 años, quien llegó en uno de los vuelos.
Los disturbios subrayaron la inestabilidad en la pobre nación caribeña, donde un asesinato presidencial, el aumento de la violencia de las pandillas y un gran terremoto han sembrado el caos en las últimas semanas.
Filippo Grandi, director de la agencia de refugiados de la ONU, dijo que las expulsiones de Estados Unidos a una situación tan volátil podrían violar el derecho internacional y podrían exponer a las personas que buscan refugio a situaciones que amenazan su vida.
El líder de la mayoría en el Senado de Estados Unidos, Chuck Schumer, también criticó a Biden el martes, diciendo que «desafía el sentido común» expulsar a los migrantes a Haití y expresó su enojo por las tácticas utilizadas por los guardias fronterizos para controlar las multitudes en el campamento.
La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, dijo que la situación era compleja y que Estados Unidos necesitaba «hacer mucho más» para apoyar las necesidades básicas de la población de Haití. «La gente quiere quedarse en casa, no quiere salir de casa, pero se va cuando no puede satisfacer sus necesidades básicas», dijo a los periodistas.
La población del campo alcanzó un máximo de 14.000 durante el fin de semana, según la agencia para los refugiados de la ONU. Temerosos de las expulsiones, parte de estas personas se ha instalado un nuevo campamento en el lado mexicano del río.
Los republicanos, con miras a las elecciones de mitad de período de 2022, se han apresurado a retratar el campamento como un resultado del impulso de los demócratas para poner fin a algunas restricciones migratorias.