Mientras los medios divulgan con fervor los logros en los planes de la agricultura y las industrias, así como las visitas de altos dirigentes para ponderar con desconcertante superficialidad el “buen trabajo” de algunos de estos centros, la escasez obliga a los cubanos a deambular constantemente en busca de comida y artículos de aseo personal y de primera necesidad que muchas veces no se encuentran.
Frases como “La cosa está mala” o “No hay comida en ninguna parte”, se escuchan cada vez con más frecuencia. Como cierre se ha extendido la exclamación: “¡Esta gente son unos descarados!”. Con esta expresión dedicada al gobierno se sintetiza el criterio generalizado contra la ineptitud, el engaño y la frivolidad de los dirigentes, así como el rechazo a los medios que apoyan todas esas mentiras.
Es a los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) y puntos de venta de productos agrícolas –también estatales– a donde más acude la población, porque venden un poco menos caro, a pesar de que se caracterizan por su escasa oferta, mala calidad y deficiente higiene. Una de sus desventajas más relevantes es el robo en el peso, y hace más de tres meses que prácticamente solo venden chopos –que con frecuencia resultan picantes– tomates muy verdes o con plagas, alguna lechuga, acelgas –siempre mordidas de babosas– y ají cachucha.
A los Mercados Agropecuarios de Oferta y Demanda –donde también venden los particulares– que siempre se han caracterizado por tener una amplia variedad de mercancía, como es lógico también ha llegado la escasez y han aumentado los precios, que en comparación con la reducida capacidad de compra de la gran mayoría de la población, ya eran altos.
Al mismo tiempo, el desconcierto y la incertidumbre reinan entre la población, por la desconfianza hacia un gobierno que nos ha llevado una y otra vez a la escasez extrema y a la hambruna sin dar la más mínima explicación al respecto, mientras gasta grandes cantidades de dinero en propaganda para mantenerse en el poder.
“Dijeron en la mesa redonda que no hay huevos por la libre por falta de alimentos para las gallinas, y que se restablecerá la venta en un par de meses, y me pregunto, ¿por qué no previeron eso y aseguraron el pienso de las aves?”, me comentó Mario, un vecino. Y es que el huevo, que desde hace algún tiempo se ofertaba con cierta frecuencia por la libre, de pronto volvió a desaparecer del mercado. Es esta la proteína más barata, lo que lo convierte en el alimento más demandado por la población, que con razón lo ha bautizado como “salvavidas”.
Igual ocurre con el pan, imprescindible en la alimentación, sobre todo de los niños, como parte de la merienda. Hace mucho que no se escucha a los vendedores clandestinos que pasaban a cualquier hora (generalmente de noche), y aunque en la Cadena Cubana del Pan parece haberse reanudado la oferta, hay que hacer largas colas en espera de que lo saquen y tener la suerte de alcanzar.
En las ferias de fin de año también se notó la escasez. Al respecto escuché opiniones coincidentes: “La hacen para propaganda y total, venden al mismo precio que en los agros”. “No tienen en cuenta que a muchos nos queda lejos y el transporte está muy malo”. No pocos, al regreso, atestiguaban: “En los huevos había tremenda cola, pero de la carne no hablemos, la verdadera ‘perrera’ ocurría donde estaba lo bueno: empujones, broncas y hasta puñaladas hubo. ¡Había que ser guapo para comprar!”.
Desde el 2012 los medios comenzaron a publicar los programas que se ejecutan para impulsar la recuperación en la agricultura y rescatar los cultivos perdidos como parte de la actualización del modelo económico. A ocho años de aplicarse los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, la población puede percibir los resultados devastadores de estas reformas en la Política Agroindustrial. Viene entonces a mi memoria la definición del comunismo dada con agudeza y humor por el periodista e intelectual cubano Carlos Alberto Montaner: “El comunismo es el tiempo que los pueblos pierden entre el capitalismo y el capitalismo”.