El pasado dos de mayo, Hunter Lane, un niño de siete años de Mesa, Arizona, paseaba por una playa del parque nacional Padre Island National Seashore, cuando descubrió una extraña criatura marina que le llamó la atención.
“Hunter ama a los animales marinos y pensó que había encontrado una medusa botón azul”, explicó el padre del menor, Trey Lane.
Aquel ser vivo parecía de otro mundo, y animados por el descubrimiento, siguieron caminando por la costa; en cuestión de pocos minutos, hallaron otros tres ejemplares iguales.
“Me dijo que había descubierto una nueva especie”, bromeó el padre, quien contó que había veraneado durante 30 años cerca del mar, y nunca había visto nada parecido.
Al alertar a las autoridades del parque sobre la inusual captura, los expertos se asombraron. No estaban ante una nueva especie, pero desde luego, era un “hallazgo raro” e inusual. Se trataba de un Dragón Azul, o Glaucus Atlanticus, un tipo de babosa marina que posee una picadura muy peligrosa.
Aunque no tiene el tamaño del fastuoso ser mitológico ni escupe fuego por la boca, el Glaucus Atlanticus, que solo crece entre tres y cuatro centímetros, tiene una técnica defensiva implacable, gracias a las pequeñas medusas azules que come.
Según explicaron los biólogos del parque, después de tragar a sus presas, el Dragón Azul no digiere las células urticantes de las medusas, sino que las almacena en el intestino y las envía desde allí hacia sus plumas, o “dedos”, para poder utilizarlas en el futuro y protegerse así de posibles ataques.
“Los dragones azules son muy pequeños, pero no dejes que su tamaño te engañe, tienen una defensa digna del nombre dragón», explicaron los responsables del parque a través de su página de Facebook.
“Son depredadores de la medusa azul. Después de comer, mueven las células punzantes de la medusa hasta el final de sus “dedos”. Como pueden concentrar las células urticantes juntas, ¡su picadura puede ser más dolorosa que la de una medusa! Entonces, si ves un dragón en el parque, sorpréndete porque es un hallazgo raro, pero también mantén la distancia”, advirtieron a través del comunicado.
Esta especie marina de picadura venenosa, que utiliza contra todo aquel que le molesta, prefiere aguas templadas y tropicales, y comúnmente habita en el Océano Atlántico, Pacífico e Índico. Al ser un nudibranquio, pierde su caparazón poco tiempo después de nacer.
Su incuestionable belleza, le asemeja a un dragón mitológico, y su color azul, le permite camuflarse en el agua y ocultarse de sus depredadores, como peces y pájaros. Además, se dejan llevar por los vientos y las corrientes, y muy pocas veces son vistos por los seres humanos.
“En lugar de digerir las células urticantes [de las medusas] las almacenan en el exterior de su cuerpo. Son realmente raros. Flotan boca arriba y se mueven usando las corrientes”, explica la experta en marinos invertebrados de la Universidad de Griffith, Kylie Pitt.
Aún no está claro por qué la especie arribó a la costa de Texas, ya que su presencia es inédita. Según afirmó Jamie Kennedy, una portavoz del parque, durante sus dos años trabajando allí nunca había sabido de la presencia de ningún ejemplar en la isla del Padre. En su opinión, podría tratarse de un grupo de dragones azules que se está acercando a la orilla.