Las soluciones que más tardan son las que resuelven los problemas para siempre. Un sabio observaba la naturaleza y veía una veloz ave tratando de comerse un caracol. Cada vez el caracol se escondía en su concha frustrando los ataques del ave. El sabio pensó «el ave es como los problemas que se van volando. El caracol es como las soluciones que llega despacio pero tienen la fortaleza para derrotar al problema.»

Tienes una vida muy agitada sin llegar a ningún lado. Sientes que tu vida es como un vertiginoso viaje a caballo que sube y baja y brinca, pero no llegas a ningún lado. Baja de ese caballo y observa. Tal vez tu vida es más bien como el carrusel del parque de diversiones, que semeja el viaje a caballo pero sólo da vueltas. Baja del carrusel y monta en un verdadero corcel o sigue a pie, pero dirigente hacia tu meta.

Apunta hoy tus objetivos para que sepas por donde seguir. Había un príncipe que no sabía cual debía ser su destino. Un sabio le regaló un cuaderno diciendo «este es un libro mágico. Lo que escribas aquí se te concederá.» El príncipe escribió y le preguntó al sabio cuando se cumpliría. El sabio dijo «en cuanto pongas manos a la obra, se cumplirá.»

Dale color a todo lo que haces. Había un artista en un pueblo que tenía fama de ser el mejor de la región. Todos querían que él les hiciera su retrato ya que, decían, le daba vida a todo lo que pintaba. Le preguntaron cual era su secreto y respondió «yo amo todo lo que veo. Lo que pongo en el lienzo no es lo que ven mis ojos, sino lo que mi corazón me dice.»

Los esfuerzos que haces son en tu beneficio. Un hombre cargaba dos pesados cubos de agua se encontró a un sabio y le dijo «quisiera vivir en una casa con pozo para no tener que ir al río cada vez que necesito agua.» El sabio respondió «el que vive en una casa con pozo quisiera tener tus brazos fuertes y la salud que te ha dado el acarrear agua.»

Absorbe la energía que te da cada mañana para resolver los problemas diarios. Todos tenemos rituales para obtener las energías que necesitaremos durante el día. La taza de café, el baño de agua caliente o ir al gimnasio. Prueba además un día, tomar la energía que te rodea de la vida misma.

Una calculadora no supera al corazón. Escribe dos listas el día de hoy. En una de ellas pon cuanto dinero te cuesta cada cosa que quieres y en la otra pon cuanto quieres cada cosa. Cuando hayas terminado, dale orden a las listas poniendo lo más costoso al inicio de una y lo que más quieres al inicio de la otra. Después compara ambas listas. ¿Cual es la que debes seguir? Tu corazón nunca falla.

Tu dedicación es de hierro, aprende a moldear ese hierro. Las espadas del antiguo Japón tenían que ser tan rígidas como flexibles para poder ganar una batalla. Igualmente tienes que aprender cuando ser tenaz y cuando ceder en lo que quieres. Solo la combinación precisa de fuerza y flexibilidad logrará el éxito.

Escucha siempre a tu conciencia. Había un viejo monje chino que se pasaba predicando abstinencia y moderación durante el día, pero se pasaba las noches bebiendo y festejando en las tabernas del pueblo. Le preguntaron como podía haber tanta incongruencia entre sus palabras y sus actos y dijo con una enorme sonrisa «soy tan viejo que mis oídos no alcanzan a oír lo que yo mismo digo.»

Define tu objetivo y ve directamente hacia él. Observa al arquero cuando dispara una flecha. Sus ojos fijos en el blanco. No siente el arco, ni la tensa cuerda entre sus dedos. La flecha desaparece de sus dedos porque lo único que tiene en la mente es el blanco a dónde va a ir a dar esa flecha. Deja de pensar en lo que necesitas y concéntrate en el objetivo.

Vive la vida plenamente y no desaproveches nada. Contempla una copa de vino. Vacía es sólo un recipiente inútil. Llena a medias es algo mejor, pero sólo cuando se llena hasta el borde una copa se aprovecha en toda su capacidad. Como la copa de vino, utiliza cada rincón y cada segundo de tu vida. No tengas miedo de las emociones y experiencias se derramen.

Muestra tus logros como si fueran un trofeo. Un guerrero volvía del campo de batalla con la espada rota después de haber liberado a su pueblo de los invasores. Lo vio un artesano y le ofreció reparar su espada. «No gracias,» dijo el guerrero, «si la arreglas, ¿cómo sabrán todos que tan dura fue la batalla y cuanto tuve que luchar para ganarla?»