«Estamos preparados para las dosis de refuerzo siempre y cuando la ciencia demuestre que son necesarias», dicen las autoridades federales. Pero Israel ya comenzó a usarlas con los pacientes más vulnerables.
La farmacéutica Pfizer tiene previsto reunirse este lunes con funcionarios federales de salud para debatir si es necesario administrar una tercera dosis de refuerzo de su vacuna contra el COVID-19 en los próximos meses debido al avance de la variante delta y al incremento de contagios.
A la reunión, adelantada por el diario The Washington Post, asistirán miembros de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés); los Institutos Nacionales de Salud; y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Pfizer explicó la semana pasada sus planes para solicitar la autorización para uso de emergencia de una tercera dosis de su fórmula, alegando que podría impulsar la inmunidad si se administra en el plazo de un año.
Sin embargo, pocas horas después la FDA y los CDC emitieron un comunicado conjunto afirmando que aún no hay pruebas que sugieran la necesidad de reforzar los niveles de anticuerpos creados por la vacunación.
Las agencias «están inmersas en un proceso riguroso y con base científica para considerar si es necesario un refuerzo o cuándo», precisaba el comunicado. «Estamos preparados para [aprobar] las dosis de refuerzo siempre y cuando la ciencia demuestre que son necesarias», subrayaron.
La FDA y los CDC señalaron que su análisis podría incluir datos de las compañías farmacéuticas, «pero no se basa exclusivamente en esos datos».
Israel -uno de los países con mayor población vacunada- comenzó este lunes a administrar una tercera dosis de la vacuna de Pfizer a los adultos gravemente inmunodeprimidos, según informó The Washington Post.
Los expertos sanitarios consideran que esa decisión podría suponer la primera fase de un experimento para determinar si proporcionar vacunas de refuerzo a las personas mayores y a las más vulnerables.
Los estudios existentes señalan que las dos dosis de la vacuna de Pfizer ofrecen una buena protección contra la variante delta, altamente transmisible, sobre todo a la hora de reducir el riesgo de desarrollar una forma grave de COVID-19 y, por tanto, las hospitalizaciones.
Pero el doctor Mikael Dolsten, de Pfizer, contó a la agencia The Associated Press la semana pasada que los primeros datos de la investigación realizada por la farmacéutica indican que los niveles de anticuerpos de las personas se multiplican por cinco o por diez después de la tercera dosis, en comparación con la segunda dosis.
No corresponde a Pfizer, sino a la FDA, decidir si es necesaria una tercera dosis, mientras que son los CDC quienes determinarán quién debe recibirla.
Las reuniones y la comunicación continua de fabricantes de medicamentos y la FDA, así como con otros funcionarios sanitarios, no son inusuales.
Este tipo de reuniones informativas suelen celebrarse para poner al día a los funcionarios sobre los últimos datos, especialmente durante las emergencias sanitarias como una pandemia.
«El funcionamiento es normal. Pero estos no son tiempos normales y se han celebrado todo tipo de reuniones adicionales para que las cosas se revisen más rápidamente y superar esta emergencia», dijo John Grabenstein, exdirector ejecutivo de asuntos médicos para vacunas en Merck y exinmunólogo del Departamento de Defensa.
El doctor Anthony Fauci, principal asesor sobre enfermedades infecciosas del Gobierno, explicó el domingo en la cadena CNN que los estudios clínicos y los datos de laboratorio aún no han demostrado plenamente la necesidad de un refuerzo de los regímenes actuales de dos inyecciones de Pfizer y Moderna o de la vacuna de una sola inyección de Johnson & Johnson.
«En este momento, teniendo en cuenta los datos y la información de que disponemos, no es necesario administrar una tercera vacuna», subrayó, pero “eso no significa que nos detengamos ahí. Hay estudios en curso, mientras hablamos, sobre la viabilidad de si debemos reforzar a la gente y cuándo».
Casi la mitad de la población ha sido vacunada totalmente contra el COVID-19, pero cerca del 35% no ha recibido ninguna dosis, según los CDC. El resto ha recibido sólo una dosis, lo que se considera insuficiente para hacer frente a la variante delta.