La Patrulla Fronteriza enviará equipos tácticos de élite a las ciudades “santuario” como Nueva York y Chicago para ayudar con los arrestos de inmigración. Están desplegando a cien agentes, incluidos los miembros de una unidad que hace las veces del equipo SWAT de la Patrulla Fronteriza, para asistir al Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), según se informa en las noticias.
Los miembros de esta unidad llevan granadas aturdidoras y reciben entrenamiento similar al de las fuerzas especiales, como la certificación de francotirador. Se esperan más agentes en Atlanta, Boston, Houston, San Francisco y en otras ciudades, según The New York Times.
La escalada del gobierno de Trump contra las ciudades santuario usando este tipo de tácticas es alarmante y no tiene precedentes en cuanto a su naturaleza y alcance. La movida descansa en inspirar miedo y tiene más capacidad para dañar que para proteger a las comunidades. Es una estrategia política que convierte a los agentes de la Patrulla Fronteriza y a los inmigrantes en peones para beneficio del presidente.
Cualquier debate sobre las ciudades “santuario” es complejo por las concepciones erróneas al respecto. No solo no hay una única definición de ciudad santuario, que varía según el lugar, sino que el término es engañoso. En general, las ciudades santuario son lugares que limitan la participación de los organismos locales en la aplicación de la ley inmigratoria federal.
Para los inmigrantes indocumentados, estas ciudades no son refugio de la ley. Las políticas santuario son simplemente la forma en que algunas localidades le dicen a los agentes federales “ustedes hagan su trabajo (aplicar las leyes inmigratorias) y nosotros hacemos el nuestro (proteger a nuestras comunidades)”.
Muchos jefes de la policía apoyan las políticas santuario porque les ayudan a ganar la confianza de las comunidades inmigratorias. Esta confianza es importante cuando la policía necesita que las personas informen sobre los delitos o se animen a declarar como testigos.
Ahora Trump se está vengando contra las ciudades santuario, enviando a la Patrulla Fronteriza. Un vocero de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. le confirmó a The New York Times, el primer medio en reportarlo, que la agencia desplegará funcionarios para que trabajen en las ciudades “a fin de consolidar la integridad del sistema inmigratorio, proteger la seguridad pública y fortalecer nuestra seguridad nacional”.
Pero enviar funcionarios de la Patrulla Fronteriza a trabajar con ICE en las ciudades socava nuestro sistema inmigratorio. El Congreso ha ordenado que la Patrulla Fronteriza proteja nuestras fronteras, mientras ICE se ocupa de la aplicación de la ley en el interior. Esta distinción es importante, dado que los agentes fronterizos no están capacitados para operar en grandes zonas urbanas. Ubicar a los miembros de los equipos de élite de la Patrulla Fronteriza en zonas altamente pobladas es una receta para el desastre.
Enviar agentes de la patrulla fronteriza a las ciudades santuario también es un uso inadecuado de los recursos. Al desplegar los agentes en el interior, habrá menos de ellos en la frontera, donde ejercen los contrabandistas, traficantes y carteles. (De hecho, según la historia relatada en la propia página de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU., un esfuerzo algo similar -anterior- en los años 50 fue un fracaso: “A pesar del gran éxito en la repatriación, muchos deportados simplemente se dieron media vuelta y volvieron a cruzar la frontera gravemente falta de personal”).
En cambio, los agentes retirados de la frontera respaldarán a los agentes de ICE en sus arrestos de rutina, que recientemente han incluido un número récord de inmigrantes indocumentados sin antecedentes penales. Esto sembrará el miedo en las comunidades inmigrantes y resultará en la militarización de barrios metropolitanos.
Los defensores de los inmigrantes denunciaron esta nueva política del gobierno de Trump. Sin embargo, no son los únicos que expresan preocupación al respecto. El excomisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, Gil Kerlikowske, consideró la movida un “error significativo”. John Sandweg, el extitular de ICE bajo Obama, dijo que la medida era “peligrosa” y “un insulto a los agentes de ICE que son suficientemente capaces de cuidarse de las amenazas allí afuera y que lo han hecho y lo hacen”.
El momento elegido para esta política también es problemático. Sin duda no es coincidencia que Trump esté enviando a agentes de la Patrulla Fronteriza a las ciudades ahora que se aproxima la elección del 2020; aplicar mano dura a las ciudades santuario es una de sus soluciones distintivas.
De la misma manera, la mayor presencia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas y de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. ocurre cuando se insta a las comunidades de inmigrantes a participar en el censo de 2020. Esto presenta dudas legítimas respecto a si el presidente está reasignando a los agentes policiales a fin de promover sus intereses políticos.
Al presidente y a sus aliados les gusta decir que las ciudades santuario se niegan a entregar delincuentes violentos a las autoridades de inmigración. De hecho, las ciudades santuario sí entregan inmigrantes al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, siempre que dicha organización cuente con una orden judicial. Y a pesar de las anécdotas horribles de Trump, las ciudades santuario no son caldos de cultivo de criminalidad.
Un análisis de 2017 del Centro para el Progreso Estadounidense halló que las ciudades santuario tenían en promedio índices de crimen que eran 15% más bajos que las ciudades no santuario. Otro estudio halló que dos tercios de las ciudades que tenían los aumentos más significativos de índices de asesinato en 2016 no eran ciudades santuario.
Estos hallazgos se suman a los estudios que demuestran que la tasa delictiva de los inmigrantes –incluidos las indocumentados– es más baja que la de los nacidos en Estados Unidos.
El envío de agentes de la Patrulla Fronteriza a las ciudades santuario es ineficaz, innecesario, y potencialmente peligroso. La última acción del gobierno de Trump no es más que una muestra vacía de fuerza para su base.