Dividido en siete secciones, el documento ofrece propuestas detalladas de políticas que ayudarían a más extranjeros a mudarse a Estados Unidos, incluyendo a trabajadores altamente capacitados, víctimas de tráfico, familiares de estadounidenses que viven en el extranjero, nativos americanos que viven en Canadá, refugiados, solicitantes de asilo y trabajadores agrícolas, entre otras medidas.
Si el presidente estadounidense Joe Biden se sale con la suya, pronto será mucho más sencillo inmigrar a Estados Unidos. Habrá formas más breves y simples, y los solicitantes tendrán que superar menos obstáculos de seguridad. Los extranjeros tendrán mejores oportunidades de unirse a sus familiares y más posibilidades de conseguir visas de trabajo.
El borrador de 46 páginas de una propuesta obtenida por The New York Times esboza los planes de la administración de Biden para expandir de forma significativa el sistema de inmigración legal, incluyendo el revertir de manera metódica los esfuerzos del expresidente Donald Trump por desmantelarlo, quien redujo el flujo de trabajadores, familiares y refugiados extranjeros, al erigir barreras procesales más duras para cruzar que su “enorme y hermoso muro”.
Debido a las políticas de inmigración de Trump, el tiempo promedio que toma aprobar las green cards patrocinadas por un empleador se ha duplicado. El trabajo acumulado para solicitudes de ciudadanía se ha elevado un 80 por ciento desde 2014, a más de 900.000 casos. La aprobación para el programa Visa U, que otorga estatus legal a los inmigrantes dispuestos a colaborar con la policía, ha pasado de cinco meses a alrededor de cinco años.
En casi todos los casos durante los cuatro años pasados, migrar a Estados Unidos se ha vuelto más difícil, más caro y toma más tiempo.
Aunque Biden dejó en claro durante su campaña presidencial que tenía la intención de deshacer gran parte del legado de inmigración de su predecesor, la propuesta ofrece nuevos detalles acerca del alcance que tendrá el esfuerzo (no solo de dar marcha atrás a las políticas de Trump, sino también de abordar el trabajo acumulado y los retrasos que afectaron a presidencias pasadas).
La propuesta, fechada el 3 de mayo y titulada “Plan del Departamento de Seguridad Nacional para restaurar la confianza en nuestro sistema de inmigración legal”, enlista numerosas iniciativas que tienen como objetivo reabrir el país a más inmigrantes, para cumplir la promesa del presidente de garantizar que Estados Unidos haga valer su “carácter de una nación de oportunidades que da la bienvenida”.
“Existen cambios significativos que necesitan ser hechos para realmente abrir todas las avenidas de la inmigración legal”, dijo Felicia Escobar Carrillo, jefa de personal de la oficina del director del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, sobre los esfuerzos para revertir la agenda de Trump. “De la misma manera en la que ellos adoptaron un enfoque amplio para cerrar las avenidas, pienso que nosotros queremos adoptar un enfoque amplio para abrir las avenidas legales que siempre han estado disponibles, pero que ellos intentaron ponerle barricadas”.
De hecho, Biden sí quiere abrir el país a más inmigrantes. Su ambición, como se refleja en la propuesta, es reconstruir y expandir las oportunidades para que extranjeros ingresen a Estados Unidos, pero que lo hagan de manera legal.
Dividido en siete secciones, el documento ofrece propuestas detalladas de políticas que ayudarían a más extranjeros a mudarse a Estados Unidos, incluyendo a trabajadores altamente capacitados, víctimas de tráfico, familiares de estadounidenses que viven en el extranjero, nativos americanos que viven en Canadá, refugiados, solicitantes de asilo y trabajadores agrícolas. Los inmigrantes que presenten su solicitud en línea podrían pagar menos en cuotas o incluso asegurar una exención en un intento de “reducir las barreras” a la inmigración. Las regulaciones serían reformadas para “alentar una participación completa de los inmigrantes en nuestra vida cívica”.
Incluso con un sistema migratorio más restrictivo y más lento, alrededor de un millón de personas obtuvieron green cards en 2019, el último año completo antes de la pandemia. La mayoría de ellos habían estado esperando por años. En el último año de la administración de Barack Obama, 1,2 millones de personas recibieron green cards.
No obstante, si Biden logra todo lo que propone en el documento, habrá hecho mucho más que simplemente revertir la tendencia a la baja. Habrá incrementado de manera significativa las oportunidades para que extranjeros de todo el mundo vengan a Estados Unidos, habrá adoptado una inmigración sólida incluso cuando un debate político polarizante y de varias décadas continúa causando enojo por tal política.
La mayoría de los cambios podrían ser puestos en vigor sin la aprobación de la reforma propuesta por Biden de las leyes migratorias de la nación, lo que brindaría un camino a la ciudadanía para millones de personas que viven en Estados Unidos de manera ilegal, pero que se ha empantanado en un Congreso amargamente dividido. Aunque las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses apoyan una mayor inmigración, muchos votantes republicanos han respaldado ansiosamente las políticas más restrictivas de Trump.
Funcionarios de la Casa Blanca rechazaron hacer comentarios directamente sobre la propuesta del Departamento de Seguridad Nacional, al afirmar que tales documentos atraviesan muchos borradores y que las decisiones sobre pasos en específico para abordar la inmigración legal permanecen en cambios constantes. Sin embargo, dijeron que el presidente continúa comprometido con dar marcha atrás de manera importante a las restricciones impuestas por su predecesor.
Ese esfuerzo requerirá tiempo y no ha cautivado la atención del público como el aumento de cruces en la frontera suroeste. Sin embargo, los activistas conservadores quienes durante años han exigido niveles más bajos de inmigración legal prometen una pelea para frenar a Biden y cobrarle el costo político de sus acciones.
“Solo quieren traer grandes cantidades de personas”, dijo Kenneth T. Cuccinelli II, un ex fiscal general de Virginia que fungió como el jefe interino del Servicio de Ciudadanía e Inmigración durante Trump. “No están operando un sistema de migración para el beneficio de Estados Unidos y ciertamente no para beneficio de los estadounidenses comunes”.
La mayoría de las investigaciones han mostrado que la inmigración legal a Estados Unidos tiene beneficios para la economía del país, especialmente en un momento en el que el crecimiento de la población se está desacelerando. Sin embargo, Cuccinelli y otros que favorecen restricciones estrictas a la inmigración dicen que es obvio para ellos que el permitir a los extranjeros que compitan por trabajos (especialmente cuando el país todavía se recupera de una recesión económica como la creada por la pandemia) afectará las posibilidades de los ciudadanos estadounidenses.
“El trabajo principal de los servicios de inmigración es asegurarse de que la inmigración no afecte a los estadounidenses”, dijo Roy Beck, el fundador de NumbersUSA, un grupo dedicado a niveles mucho más bajos de inmigración legal.
La administración planea agilizar las solicitudes de inmigración al expandir las entrevistas virtuales y el llenado electrónico, así como limitar las peticiones de evidencia a los solicitantes. Biden ha encargado a Cass R. Sunstein, un exfuncionario de la administración Obama y académico de Derecho en la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard, que rehaga el sistema migratorio para que sea “más efectivo y menos pesado” de lo que ha sido en décadas al “reducir el papeleo y otros requerimientos administrativos”.
Biden quiere restaurar las oportunidades para empleados extranjeros a través del programa existente de visas H-1B, el cual está destinado a trabajadores con habilidades especiales. La administración también tiene el objetivo de crear nuevos caminos para los emprendedores extranjeros que desean “iniciar negocios y crear empleos para trabajadores estadounidenses”, según el documento.
Los funcionarios están trabajando en una regulación que podría permitir que los migrantes obtuvieran el asilo en Estados Unidos si son víctimas de violencia doméstica o sus familiares son perseguidos. Durante la era Trump, el fiscal general William Barr se movilizó con el propósito de acabar con la protección de asilo para aquellos que decían que la merecían por esas razones.
Biden también busca expandir las oportunidades de inmigración para los refugiados de la comunidad LGBTQ provenientes de países donde son perseguidos o en los cuales los matrimonios entre parejas del mismo sexo no son reconocidos.
Los detractores afirman que la administración de Biden ignora las consecuencias negativas de sus esfuerzos. El programa H-1B ha sido atacado como una laguna legal por las compañías tecnológicas para importar trabajadores extranjeros baratos para que compitan por trabajos. Conceder asilo a las víctimas de abuso doméstico podría abrir la puerta a aceptar millones de personas adicionales. Algunos republicanos afirman que Biden no debería relajar las pruebas para los extranjeros, aunque los funcionarios insisten en que continuarán monitoreando en busca de terroristas y otras amenazas.
A medida que la administración Biden impulsa los cambios, los funcionarios parecen dispuestos a usar reglas de emergencia y memorandos presidenciales para evitar el prolongado proceso regulatorio, en gran parte de la misma manera que Trump puso en vigor su agenda. Sin embargo, eso podría hacer que el legado migratorio de Biden estuviera sujeto al mismo intento de revertirlo por un presidente republicano en el futuro.
“La pregunta que se cierne sobre todo este trabajo es cómo haces esto de una manera que no sea tan fácil revertirlo la próxima vez”, dijo Doug Rand, cofundador de Boundless Immigration, una compañía tecnológica en Seattle que ayuda a migrantes a obtener green cards y la ciudadanía.