Intentan Disolver Caravana de Migrantes

La policía de Guatemala disuelve la caravana que pretendía llegar a México, mientras los migrantes que lograron sortear el cerco aguardan en la orilla del río Suchiate

La situación este lunes en la zona fronteriza entre México y Guatemala era la de dos realidades antagónicas que se observaban con el río Suchiate de por medio, mientras las noticias sobre lo que sucedía con la caravana corrían de boca en boca por ambas orillas. Policías y soldados guatemaltecos dispersaron por la fuerza una caravana con miles de migrantes hondureños, apostados durante el fin de semana en una carretera del este del país, disolviendo el enésimo intento por entrar masivamente a Estados Unidos. Los restos del grupo trataban de reorganizar una caravana hecha jirones que aspira a seguir adelante.

A un lado, en México, hay una barrera de cientos de soldados, agentes de migración y Guardia Nacional desplegados cada pocos metros formando una línea humana. Frente a ellos, del lado guatemalteco, cientos de migrantes, observan cada movimiento de los nuevos uniformados desde la otra orilla. Un extremo de la caótica rivera viste traje de operaciones especiales, guarda los escudos y las bombas de gas lacrimógeno fuera del alcance de los periodistas y ha colocado a los agentes del Instituto Nacional de Migración para revisar la documentación. La aún más caótica orilla de enfrente viste ropa desgastada y lleva una mochila a la espalda con algunas cobijas para dormir donde se pueda.

José Anael García, 30 años, de San Pedro Sula, salió con la caravana y logró evadir los retenes separándose de la caravana y avanzando por el monte y las veredas. “Hemos escuchado que el nuevo presidente de Estados Unidos va a ser más flexible con los migrantes que llegamos ahora”, dice este albañil con los pies destrozados de caminar sin descanso. “Si venimos en grupo tenemos más chance de lograr la pasada. Porque lo que cuentan en la caravana es que durante 120 días habrá permiso para entrar a Estados Unidos, pero solo durante esos primeros días del nuevo presidente”, fantasea sobre un supuesto plan migratorio del futuro presidente.

Otro joven de Lempira, Roger Díaz, logró escapar de los golpes de la policía de Guatemala porque llevaba una prueba de covid en la mochila que le hizo una ONG en la frontera. La imposibilidad de pagar los casi 60 dólares que cuesta la prueba es el primer filtro para impedir el movimiento de los centroamericanos, a pesar de que legalmente tienen derecho a ello. Honduras está devastada después del paso de los huracanes Iota y Eta en el mes de noviembre. “Ya estábamos en crisis, luego llegó la pandemia y la economía se detuvo y, por último, los huracanes han destrozado todo. Mi casa se desgajó del cerro por las lluvias y perdí todo. Ahora no tenemos ni para comer”, dice sobre los dos hijos de cuatro y seis años que dejó en Honduras. “Hay hambre y ninguna posibilidad de encontrar un trabajo. A veces con suerte puedo trabajar dos días a la semana”, dice agotado Roger Díaz a las puertas del albergue regentado por la Iglesia católica de Tecún Umán donde espera que le regalen su primera comida en cinco días.

La caravana generó tensión entre Guatemala y Honduras, al punto que Tegucigalpa reclamó a su país vecino la represión de los cuerpos de seguridad contra los migrantes, y le pidió una investigación de los hechos. Guatemala por su parte, reprochó a Honduras que no frenara la “salida masiva” de migrantes hacia Estados Unidos y que en dos ocasiones ha chocado con la fuerza pública.

Según las autoridades guatemaltecas, la vecina Honduras se había comprometido a disuadir, atender y facilitar el retorno de las personas que tenían intención de migrar y Guatemala subrayó que la entrada de hondureños fue irregular y hasta el momento ha confirmado 20 casos positivos de covid-19 entre la caravana. Desde México, el comisionado Francisco Garduño llamó a atacar a los “sicarios sociales” que fomentan la migración irregular y sacan provecho de ella.

Caravan de 5,000 Migrantes Genera Protestas de Mexicanos

Varios grupos de migrantes que se encuentran en la frontera sur de México se han unido para formar una caravana de más de 5,000 personas y ahora avanzan por Chiapas en su ruta hacia Estados Unidos, según reportó el diario El Universal este miércoles.

A principios de esta semana un grupo de aproximadamente 3.000 centroamericanos comenzó a salir de Tapachula para llegar a Huixtla (Chiapas). Estos migrantes han estado viajando a pie por varios días desde que ingresaron a México por el cruce fronterizo de Ciudad Hidalgo (Chiapas).

La madrugada de este miércoles unos 2,000 migrantes más que se encontraban en Chiapas confluyeron en Huixtla con el grupo que había partido de Ciudad Hidalgo. En fotografías se ve el paso de uno de los extensos contingentes sobre la carretera Tapachula-Huixtla, cubriendo todos los carriles de esta por varios cientos de metros.

Se trata, en la mayoría, de mujeres y niños de Honduras, Guatemala y El Salvador, aunque también viajan de Cuba, Nicaragua, Haití y algunos países de África.

Ante la llegada de cientos de migrantes cada día, las autoridades de Huixtla decretaron este lunes un estado de emergencia. Pidieron a locatarios y a tiendas no abrir sus puertas. La policía instaló un retén en la carretera e intentaron hacer que los migrantes se instalaran en un campamento improvisado en las afueras de Huixtla.

La municipalidad dijo en un comunicado que la mayoría de la gente que llega no lo hace pacíficamente, como podría esperarse. Los funcionarios también recomendaron a la gente que no saliera a la calle porque los migrantes son una amenaza a la seguridad.

Una actitud que contrastó con la bienvenida que dieron los pobladores de Huixtla a los migrantes de las caravanas del año pasado.

Pero todos los intentos por disuadir a los migrantes fueron en vano y este miércoles confluyeron al menos dos caravanas de varios miles y cientos de personas que viajaban en grupos más pequeños o por su propia cuenta.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha señalado que hay casi 9,000 migrantes de diversas nacionalidades moviéndose por el sur de México. En un comunicado que emitieron el lunes hablaban de al menos cinco grandes grupos. Algunos de éstos llevaban semanas esperando visados especiales para cruzar por México, pero denunciaron que los permisos se estaban retrasando.

La Comisión dijo que muchos de los migrantes no son informados sobre cómo pueden solicitar una visa humanitaria o un permiso de tránsito.

El Gobierno de López Obrador había prometido a principios de este año que otorgaría visas de trabajo a todos los migrantes centroamericanos, pero algunas semanas después se dejaron de otorgar permisos, denunciaron migrantes y activistas.

La semana pasada migrantes de diversas nacionalidades se amotinaron en el centro de detención de Tapachula por los retrasos en las visas, que nuevamente se comenzaron a dar.

«Que nos den nuestros oficios de salida. No tenemos nada, no se sabe nada, no sale la respuesta; un silencio que no se comprende», dijo a principios de abril Denis Hernández barón, un migrante cubano que se encadenó frente a la estación migratoria Siglo XXI en Tapachula para protestar porque no ha obtenido un permiso para transitar por México.

El viernes de la semana pasada, un grupo de 350 migrantes irrumpió en territorio mexicano tras romper los candados de la reja del puente frotnerizo de Tecun Uman.

Según las autoridades, los migrantes se comportaban de manera «hostil» y «agresiva» y los acusaron de atacar también a la policía local en Mapastepec, un pueblo mexicano que se encuentra entre la frontera y la cercana ciudad de Tapachula, reportó la agencia de noticias The Associated Press.

Unos 3,000 migrantes que se encuentran en Mapastepec protestaron cuando las autoridades les notificaron que su espera para una visa podría tardar hasta seis meses. Luego intervino la policía federal.

Hasta ahora no se han reportado incidentes en Huixtla. Elementos de la Policía Federal, Protección Civil, una ambulancia y dos observadores de la Comisión de Derechos Humanos se encuentran presentes en este poblado.

Otra Parte de la Caravana Llega a Tijuana

+ Llega un nuevo grupo de más de 1,200 migrantes de la caravana a Tijuana
+ Cientos de migrantes centroamericanos llegaron entre la tarde y la noche del martes a Tijuana procedentes de Mexicali.
+ Aunque son muchos y saben que tanto los albergues como el proceso para solicitar asilo en Estados Unidos están saturados, no pierden la fe en poder ingresar al país después de más de un mes de caminata.

Jaeli James, originario de San Pedro Sula, Honduras, estuvo durante tres días en el albergue Alfa y Omega en Mexicali, la capital del estado mexicano Baja California, junto con su pareja y un hermano, pero la mañana del pasado martes decidió salir junto con un millar de connacionales más con destino a Tijuana.

No estaba contento en el albergue, “tan lejos de la gran frontera”, como se refiere a Tijuana, y muy temprano se despertó, tomó sus cosas y, junto con su pareja y hermano, comenzó a hacer el mismo trayecto a pie que desde las cinco de la mañana ya habían emprendido algunos de sus compañeros de la caravana de migrantes centroamericanos que desde hace más de un mes avanza con el objetivo de llegar a Estados Unidos.

Sabía que la travesía hasta Tijuana sería larga y pesada por las inclementes temperaturas que suelen arreciar en estas fechas; por un lado el clima seco y caluroso y, por otro, el frío que se presenta por las tardes, muy típico en esta región desértica bajacaliforniana.

A pesar de que contaban con todos los recursos y atenciones en el albergue en Mexicali, decidieron salir por la incertidumbre que les estaba causando el estar lejos del otro grueso de la caravana que desde el pasado miércoles 14 de noviembre se había instalado en el refugio temporal acondicionado en la unidad deportiva Benito Juárez, ubicado en la Zona Norte de Tijuana, a unos cuantos metros de la garita de San Ysidro.

En contacto con otros de sus paisanos, le mencionaron que habían asistido unos asesores legales que les hablaron sobre el tema de la solicitud de asilo, que se estaban generando ya los registros ante el Instituto Nacional de Migración para establecer su cita con las autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) y que, además, se había realizado una feria de empleo para migrantes y que había la posibilidad de sacar un permiso para poder trabajar, lo cual le llamó la atención y emprendieron la huida.

Así como Jaeli, el joven Jesús Dimas, originario de Honduras, también tomó sus pocas pertenencias –una cobija, una chamarra y una botella con agua- y emprendió el viaje a Tijuana, él estaba albergado en el Hotel del Migrante, junto a dos amigos más, quienes hicieron lo mismo cuando se enteraron que se emprendería la retirada hacia Tijuana.

Aumenta la presión sobre Tijuana y Mexicali con la llegada de migrantes centroamericanos (fotos)

El trayecto en un principio fue caminando, durante varios kilómetros, hasta que se encontraron con el paisaje de La Rumorosa, lugar en donde la carretera se torna peligrosa y complicada por la angostura de sus carriles, las constantes curvas y el hecho de estar al límite de los cerros.

Al principio no tenían idea de cuántos migrantes eran los que se habían unido a la caravana en dirección a Tijuana, en un principio se hablaba de 500, 800 y hasta de mil personas, pero al final terminaron llegando a la ciudad un total de 1,276 personas, quienes en el tramo de La Rumorosa comenzaron a pedir ayuda a los automovilistas y “traileros” que circulaban por la carretera.

Tanto Jaeli como Jesús encontraron en el camino a una persona que detuvo su camioneta, les abrió la puerta y los llevó hasta el municipio de Tecate, donde los grupos se comenzaron a concentrar para hacer prolongados descansos que se tornaron en fatiga emocional y cansancio físico y mental.

Hubo quienes comenzaban a desistir de la idea de llegar hasta Tijuana, pero había que tomar “hasta el último aliento”, como comentó la señora Hera Urbina, quien en Tecate tuvo que pagar 25 pesos por cada uno de los 15 integrantes de su familia para poder arribar en el autobús de ruta que los dejaría en la terminal del centro.

El nuevo contingente llegó a Tijuana el jueves procedente de Mexicali. La mayoría llevan más de un mes viajando. Crédito: Mario Tama/Getty Images

Ella viaja desde Tegucigalpa, Honduras, con su marido, dos hermanas, un cuñado, varios hijos y sobrinos, quizá la familia más extensa en cuanto a elementos que la integran de toda la caravana, quienes al igual que muchos de sus compatriotas, salieron de su país a raíz de las amenazas que varios de los hijos recibieron por parte de las Mara Salvatrucha por “no haberse integrado a sus filas”, dijo la señora.

Todos ellos fueron parte del primer grupo de 200 integrantes que arribó a Tijuana alrededor de las 6:30 de la tarde, quienes pudieron ingresar sin mayores complicaciones al refugio, donde ya se encontraban 3,133 migrantes, en su mayoría hondureños, aunque también lo habitan –en menores proporciones- salvadoreños, guatemaltecos y nicaragüenses.

«Somos una familia honrada y queremos vivir en paz»
Un par de horas después arribó un contingente de 10 camiones de transporte con 596 migrantes a bordo, quienes comenzaron a saturar al albergue que cuenta con capacidad solamente para 2,000 personas; casi a la media noche hubo un tercer arribo de 10 camiones más, con 480 personas a bordo, completando así un total de 4,409 migrantes en Tijuana.

La llegada de cientos de migrantes en la tarde y noche del martes hizo que se formaran filas de horas a las puertas de los albergues. Crédito: Guillermo Arias / Getty Images

La gran mayoría, aunque cansados por la larga caminata y la falta de bebidas hidratantes, se dijeron contentos por haber arribado a esta parte de la frontera. Aunque son muchos aquí y saben que será saturado el proceso para la presentación de los casos, confían en que puedan lograr el asilo debido a que se dieron cuenta que por aquí obtuvo el éxito la caravana migrante que pasó por aquí en mayo pasado.

“ Queremos darle una mejor vida a nuestros hijos, queremos alejarlos de la Mara y el crimen organizado, no queremos fastidiar a las personas de Tijuana, no somos animales como nos dicen en la calle, somos una familia honrada y queremos vivir en paz”, señaló la señora Hera Urbina, mientras ingresaba al albergue con los menores.

Los hombres adultos tuvieron que hacer filas que se prolongaron por más de dos cuadras por la cantidad de personas que arribó en la tarde-noche del martess, lo que generó que el proceso de registro fuera demorado, propiciando que varias de las personas se instalaran en calles y banquetas aledañas para pernoctar, debido que hasta altas horas de la madrugada el ingreso no fluía.

Los pocos que pudieron ingresar tuvieron que hacerse de un espacio en la cancha de béisbol que tiene la unidad deportiva, debido a que el refugio ha sido ya totalmente rebasado en su capacidad, establecida para 2,000 migrantes, cantidad que ya se supera al doble de personas con el arribo de estos contingentes y que se verá todavía más compleja la situación por los otros mil que se espera lleguen en próximos días a la ciudad.

Algunos migrantes solicitan retorno asistido

Así como estos más de 1,200 también llegaron cargados con sueños y emociones de poder ingresar a Estados Unidos, otros cuantos han estado desistiendo del “Sueño Americano” argumentando cansancio físico y emocional, además de desesperación por la larga espera en una ciudad en la que han encontrado ciertas hostilidades, tan solo la noche del lunes, 41 personas se entregaron a las autoridades de inmigración mexicana para solicitar el retorno asistido hacia sus países de origen.

Pero la gran mayoría de los integrantes de la caravana no piensan en rendirse. Dicen que después de más de 30 días de dolor y sufrimiento durante el trayecto, darse por vencidos así tan fácil no debe ponderar entre los pensamientos de todos. Por eso, aunque sea amontonados en un solo albergue, prefieren estar unidos y no perder la fe y el propósito que se trazaron el día que decidieron salir de sus casas.

“La fuerza catracha debe ponderar”, terminó mencionando eufórico el hondureño James Antoni Rodríguez, quien se dijo contento de que hubieran arribado sus paisanos y el contingente se estuviera reuniendo nuevamente como en un principio.