Trump Pide Finalizar Investigación

El fiscal especial Robert Mueller investiga la posible colusión entre el equipo de Trump y Rusia durante la campaña presidencial.

El magnate corre el riesgo de enfrentar un juicio político si se comprueba una supuesta colusión con el Kremlin durante la campaña electoral de EEUU.

Pese a los hallazgos dados a conocer este fin de semana sobre la investigación del Rusiagate, Donald Trump insiste en que no hubo colusión con Moscú.

El presidente de Estados Unidos instó ayer que termine dicha investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016.

Los fiscales federales implicaron directamente al presidente, por primera vez, en los pagos ilegales a dos mujeres -la modelo Karen McDougal y la actriz porno «Stormy Daniels»- para silenciar potenciales escándalos sexuales que podían perjudicar su campaña presidencial.

Michael Cohen, ex abogado del mandatario que fue un hombre de su máxima confianza, ya había reconocido que pagó a dos mujeres que amenazaban con airear supuestas relaciones extramatrimoniales con el entonces candidato, y aseguró que lo hizo por lealtad a su jefe.

Pero, al dar por buena su versión en un escrito presentado en los juzgados, el Departamento de Justicia hizo suya la acusación.

En otro escrito separado, la Fiscalía Especial de Robert Mueller, encargada de la investigación, menciona un contacto previamente desconocido de Michael Cohen con un ciudadano ruso en noviembre de 2015, cinco meses después de que arrancara oficialmente la campaña presidencial de Trump.

Dicha persona dijo ser alguien de confianza en Moscú y ofreció al equipo del magnate inmobiliario una «sinergia política».

Los dos escritos constituyen lo más parecido hasta la fecha a una acusación al presidente de conductas potencialmente delictivas.

Sin embargo, el mandatario no tardó en responder a los señalamientos y decir que no hubo colusión.

«¡Es hora de que la caza de brujas TERMINE!», escribió en otro mensaje en Twitter.

Rusiagate Llega a los Tribunales

La trama rusa llega a los tribunales con el inicio del juicio al exjefe de campaña de Trump. Paul Manafort es juzgado por una acusación de fraude por sus negocios políticos en Ucrania
Paul Manafort, el exjefe de campaña de Donald Trump, se sentó este martes en el banquillo de los acusados en un tribunal de Alexandria (Virginia), a las afueras de Washington. Es el primer juicio de la investigación del fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, pero no aborda la injerencia electoral de Moscú. Manafort está acusado de fraude bancario y fiscal por sus negocios como consultor político en Ucrania. La sombra de Rusia, sin embargo, planea sobre el juicio, que es una prueba para Mueller y Trump.

La primera sesión se dedicó a la elección del jurado popular, integrado por seis mujeres y seis hombres, que durante al menos las próximas tres semanas escuchará los argumentos de las partes y dictará la suerte de Manafort, de 69 años. Otrora poderoso y millonario lobista de Washington ahora está encarcelado preventivamente y se arriesga a una pena máxima de 270 años de cárcel. La amenaza de una vida entre rejas vertebra la estrategia de Mueller. A diferencia de otros exasesores de Trump, Manafort no se ha declarado culpable y, por tanto, ha rechazado cooperar con el fiscal especial. Mueller confía en que acabe dando su brazo a torcer ya sea en este juicio o en el que empezará en septiembre en Washington y en el que está acusado de actuar como agente no registrado de Ucrania.

Manafort llegó a la corte federal en Alexandria en una furgoneta gris con vidrios polarizados, que esquivó al pequeño grupo que lo esperaba con pancartas que rezaban traidor. La sala judicial, con espacio aproximadamente para 150 personas, estaba abarrotada por los 65 potenciales miembros del jurado, curiosos y una masa de periodistas. El clima era distendido. Vestido con un elegante traje gris, Manafort susurró continuamente a su abogado, a quien también hizo reír en un par de ocasiones. Aunque el responsable de las mayores risas fue el juez Thomas Selby Ellis, que soltaba una broma en cada intervención. Les dijo a los candidatos al jurado que podía entender si estaban preocupados por dejar a sus mascotas en casa porque él también tiene animales.

El ramillete de candidatos al jurado era bastante diverso en estilos, incluido un hombre con un bigote rojo largo que recordaba el de Dalí y otro vestido de punta en blanco. Tenían entre 30 y 70 años. La mayoría eran blancos. Parecía la audición para una serie de televisión donde cada personaje estaba muy marcado por su vestimenta. «Recuerden que el acusado es inocente hasta que ustedes digan lo contrario, o no», les recordó el juez tras escoger a los 12 miembros y cuatro reemplazos.

Una vez elegido al jurado, el inicio del juicio fue toda una declaración de intenciones de la estrategia de ambas partes. “Un hombre en este tribunal creía que la ley no se aplicaba a él: ni la ley tributaria, ni la ley de la banca”, dijo sobre Manafort el fiscal Uzo Asonye. El abogado del acusado, Thomas Zenhle, sostuvo que el exjefe de campaña de Trump nunca tuvo la intención de engañar a las autoridades sobre sus ingresos y sus cuentas en el extranjero. Y alegó que Manafort confiaba en otros, sobre todo en su mano derecha Rick Gates, para supervisar los ingresos por las tareas de consultoría política en Ucrania a favor del expresidente prorruso Viktor Yanukóvich.

Una de las claves del juicio es la declaración qué hará Gates, que trabajó con Manafort en Ucrania y se le acusa de ayudarle a falsificar documentos relacionados con un crédito bancario. Pero Gates pactó con Mueller un acuerdo de culpabilidad y está cooperando con él, por lo que se espera que testifique en contra de Manafort.

Conexión rusa

De los 32 imputados por Mueller, Manafort es el que tienes los lazos más estrechos entre el entorno de Trump y Rusia que tanto interesa al fiscal especial. Su mayor meta es determinar si hubo algún tipo de coordinación entre la campaña del republicano y la sofisticada estrategia de hackers y espías rusos de ayudar a Trump a ser presidente. El mandatario asegura sufrir una “caza de brujas” y trata de desacreditar a Mueller. Las reacciones del jurado serán un buen experimento sociológico sobre la opinión de una parte segmentada de la población sobre la injerencia de Moscú y las pesquisas del fiscal.

Manafort ha insistido en que no tiene ningún secreto a compartir con Mueller. Pero sus extensas conexiones con Moscú serían una mina de oro a explotar por los investigadores si decide contar todo lo que sabe. Empezó a trabajar en la campaña de Trump en marzo de 2016. En mayo fue nombrado presidente, gestionó la convención de julio que nombró al magnate candidato republicano a la Casa Blanca y en agosto fue despedido después de que afloraran informaciones sobre sus oscuros negocios en Ucrania, donde ganó 60 millones de dólares y se le acusa de ocultar parte de ellos al fisco. Desde entonces, Trump se ha esforzado por distanciarse de Manafort aunque le ha llamado “buena persona” y se ha especulado con si podría tratar de indultarle en caso de condena.

Como jefe de campaña, el exasesor de los presidentes Gerald Ford y Ronald Reagan estuvo en contacto con varios oligarcas cercanos al Kremlin, como el millonario Oleg Deripaska. También participó en la reunión en junio de 2016, a cinco meses de los comicios presidenciales, que mantuvieron miembros de la campaña de Trump con una letrada rusa que les había ofrecido material comprometedor sobre su rival electoral, Hillary Clinton.

Primera Sentencia del «Rusiagate»

Alex van der Zwaan fue condenado a prisión y 20,000 dólares de multa por negar sus contactos con un exsocio de Paul Manafort, ex jefe de campaña de Donald Trump, y un ruso, quien está siendo investigado por su presunta relación con la inteligencia de Moscú.
El acusado deberá, además, permanecer dos meses en régimen de libertad vigilada una vez que cumpla la condena.
La pena impuesta a Van Der Zwaan está dentro de lo esperado, pues anteriormente la jueza había barajado la posibilidad de condenarle a un máximo de seis meses.

Además, la pena permitirá a Van Der Zwaan volver a su residencia en Londres a tiempo para asistir al nacimiento de su primer hijo en agosto, un asunto que se había vuelto prioritario para sus abogados.

Lo que hice estuvo mal, pido disculpas a esta corte y pido disculpas a mi esposa», dijo Van Der Zwaan, vestido con un traje negro y corbata azul, en unas breves palabras que dirigió a la jueza para defenderse.

Van Der Zwaan ya se declaró culpable en febrero de haber mentido al FBI y a la oficina de Mueller durante un interrogatorio celebrado el 3 de noviembre de 2017.

Entonces, Van Der Zwaan trató de ocultar a los investigadores sus contactos con dos de las principales figuras de la trama rusa: el exjefe de campaña de Trump, Paul Manafort, y su ‘número dos’, Rick Gates, ambos acusados de una decena de delitos, entre los que se incluye blanqueo de dinero.

Van Der Zwaan supuestamente no tiene ningún vínculo con la campaña de Trump, pero Mueller asegura que el abogado y Gates mantuvieron conversaciones con un agente de inteligencia ruso, identificado como ‘persona A’, en septiembre y octubre de 2016, justo antes de los comicios.