México Tendrá más Problemas con Trump

México tendrá más problemas de los que ocuparse en el futuro inmediato aparte de la complicada y costosa elección de todos sus jueces por voto popular, resultado de la reforma al Poder Judicial instaurada por el oficialismo. El retorno de Donald Trump a la Casa Blanca representa un enorme obstáculo para los planes de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, que ha un cumplido un mes en el cargo. Sus propuestas de atraer más inversiones mediante el nearshoring, combatir al crimen organizado con programas de reinserción social y tratar la inmigración con perspectiva de derechos humanos se toparán de frente con el muro de Trump, que, de momento, está exigiendo de nuevo a su vecino del sur mano dura y resultados inmediatos.

Una vez que se ha confirmado el triunfo del republicano en las elecciones estadounidenses, Sheinbaum ha enviado mensajes de tranquilidad sobre el futuro de las relaciones bilaterales en un esfuerzo por estabilizar el peso, que cayó a su peor nivel en más de dos años. Los desequilibrios de fuerza son patentes. Tras un primer mandato entre 2016 y 2020, Trump vuelve al poder con un discurso más cargado a la extrema derecha y con menos contrapesos internos: los republicanos han logrado el control del Senado y acarician la victoria en la Cámara de Representantes, sin contar que los conservadores dominan la Corte Suprema.

El expresidente Andrés Manuel López Obrador supo lidiar con Trump —a quien llamaba “amigo”— con la estrategia de no engancharse en las espectaculares provocaciones del republicano mientras negociaba por lo bajo condiciones lo más ventajosas posibles para México. De nueva cuenta, Trump ha dibujado cuáles son sus exigencias urgentes y ha dado las primeras muestras de cómo será el tono de sus negociaciones, exaltando el discurso antimigrante y antimexicano.

El magnate y político declaró, días antes de las elecciones, que desataría una guerra arancelaria contra México si el Gobierno de Sheinbaum no daba resultados en contener el flujo de migrantes —en su mayoría latinoamericanos— y el tráfico de fentanilo a través de los 3.000 kilómetros de la frontera que comparten ambos países. “Le voy a informar [a la presidenta] desde el día uno, o incluso antes, que si ellos no frenan esta embestida de criminales y drogas que ingresan a nuestro país, de inmediato impondré un arancel del 25% sobre todo lo que envían a Estados Unidos”, dijo en un mitin en Carolina del Norte.

Se trata de un amago que ya le dio resultados en el pasado, en su primer periodo como mandatario de EE UU. En 2019, con López Obrador en el Gobierno mexicano, Trump anunció un arancel general del 5% —que podía escalar al 25%— como castigo por lo que consideraba inacción para frenar las caravanas de migrantes. En respuesta, la Administración de López Obrador, que había sido muy permisiva con los flujos migratorios, reforzó la frontera sur con un fuerte despliegue militar. Esa maniobra conjuró la amenaza de Trump. Hasta ahora.

El futuro presidente también ha recuperado otra vieja amenaza dañina para la economía de la región norteamericana: cerrar la frontera con México desde “el primer día” de su Administración, que comienza en enero, para frenar la “criminalidad” de los migrantes, a los que en varias ocasiones ha acusado de ser naturalmente violadores, ladrones y asesinos. Adicionalmente, el republicano ha prometido llevar a cabo la mayor deportación de la historia de migrantes, indocumentados o no, incluyendo a sus cónyuges, hijos y otros familiares relacionados con ellos. México ya actúa como tercer país seguro y acumula en su frontera norte a miles de migrantes en espera de asilo en EE UU.

Se espera que la revisión del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, el TMEC, prevista para 2026, será una ardua negociación en la que Trump buscará implementar medidas muy restrictivas para desincentivar la relocalización de inversiones en México. El nearshoring es una de las principales apuestas de Sheinbaum en materia económica y de desarrollo social. La presidenta ha dicho que, a diferencia de los gobiernos pasados, las inversiones deberán venir de la mano de salarios dignos para los trabajadores mexicanos.

Otro punto de tensión será la política de combate al narcotráfico. Trump tiene planes de designar a los cárteles mexicanos como terroristas, lo que le daría facultades a su Gobierno de actuar más allá de su territorio, blandiendo la amenaza de invadir la soberanía de México y tensar la relación bilateral al máximo. Los legisladores republicanos están prestos para aprobar una ley en ese sentido. Se trata, nuevamente, de una propuesta reeditada de su primer periodo presidencial. Trump ofreció a López Obrador enviar a México tropas para combatir a los grupos criminales, una propuesta que el entonces presidente declinó decorosamente. Una de las preocupaciones del republicano es contener la epidemia de fentanilo que mata a miles de estadounidenses. Aún siendo candidato, Trump declaró que los cárteles tienen tal poder que “podrían quitar al presidente en dos minutos. Son los que administran México”.

En el otro lado de la balanza, no hay muchas señales de que la Administración Trump vaya a hacerse responsable de las miles de armas que llegan a México de contrabando desde EE UU y que, usadas por las organizaciones criminales, matan a su vez a miles de mexicanos. Esa ha sido una de las demandas más importantes de los gobiernos de Morena. Gran parte del sexenio de Sheinbaum estará marcada por el pulso de la relación bilateral con Trump. El reto pondrá a prueba el talante negociador de la mandataria y dejará ver su estilo de gobernar.

Estados Unidos Resplada a Embajador Ante Pausa con México

Estados Unidos dio un espaldarazo a su embajador en México, Ken Salazar, tras la polémica por sus comentarios sobre la reforma judicial y la “pausa diplomática” anunciada por Andrés Manuel López Obrador como respuesta a su “actitud injerencista”. Brian A. Nichols, subsecretario para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, subrayó este miércoles que Washington tiene “un profundo respeto por la soberanía de México”, pero respaldó las declaraciones de Salazar sobre el “riesgo” que representa la elección de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte por voto popular. “Como socios y amigos, compartimos nuestras preocupaciones sobre las reformas constitucionales propuestas”, señaló Nichols. El presidente mexicano matizó en La Mañanera: dijo que la “pausa” sólo aplica para la Embajada estadounidense y aseguró que las relaciones bilaterales continúan. La Casa Blanca, sin embargo, ha dejado claro que su oposición a la propuesta de ley va más allá de un posicionamiento de su representante y es compartida por todo su aparato diplomático.

“Como lo expresó el embajador Salazar, Estados Unidos apoya el concepto de reforma judicial en México, pero nos preocupa mucho que la elección popular de jueces no aborde la corrupción judicial ni fortaleza al Poder Judicial”, se lee en la respuesta de la Embajada de Estados Unidos al extrañamiento diplomático que la Cancillería mexicana dio a conocer el viernes pasado. La nota de la legación estadounidense fue enviada el mismo viernes, pero fue dada a conocer hasta el martes en las redes sociales del embajador, cuando López Obrador anunció la “pausa” en su relación con Salazar. Nichols se hizo eco del mensaje de su representante diplomático e hizo votos para que ambos países trabajen “juntos” en “promover la seguridad y la prosperidad en América del Norte”. Estados Unidos afirma que la iniciativa de ley, propuesta por el presidente mexicano y respaldada por su mayoría en el Legislativo, es “un riesgo para la democracia en México” y una “amenaza” para la integración económica de la región, porque merma la confianza de los inversores en el Estado de Derecho.

López Obrador deslizó en su conferencia de prensa matutina que la oposición de Estados Unidos probablemente responda a intereses económicos, al asegurar que “a veces lo que no suena lógico, suena a metálico”. El presidente afirmó que “la relación con los Gobiernos continúa” y que la “pausa”, un concepto que ha acuñado tras encontronazos diplomáticos con otros países, aplica solo para Salazar y el embajador canadiense Graeme C. Clark, quien no hizo un pronunciamiento tan tajante, pero admitió la semana pasada que había “preocupaciones” de los inversores de Canadá sobre la reforma.

Al anunciar la pausa el martes, López Obrador también dijo que su Gobierno “necesitaba darse un tiempo” también con el Departamento de Estado. Como el concepto de “pausa” no es habitual en las relaciones internacionales ni en la política exterior de México, Ottawa también ha fijado su postura frente a los reclamos del presidente mexicano. El Gobierno de Justin Trudeau dijo a Reuters que no tiene ningún interés en intervenir en la política interna y que valora su relación con México, “un aliado clave, amigo y vecino”.

Ha habido otras señales de que las diferencias sobre la reforma judicial van más allá de un pleito entre el presidente mexicano y el embajador estadounidense, y de que es una preocupación compartida por el Partido Demócrata y el Partido Republicano. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado expuso en un comunicado firmado por representantes de ambas formaciones que no ve con buenos ojos el intento de “socavar la independencia y la transparencia” del Poder Judicial. Los señalamientos no se limitan a ese proyecto de ley. “Nos alarma que varias otras reformas constitucionales actualmente en discusión puedan contradecir los compromisos asumidos en el Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC), cuya revisión está programada para 2026″, manifestaron.

Morena, el partido gobernante y su mayoría en el Congreso, ha dejado claro que no va a ceder antes las presiones internacionales, aunque también ha habido visos de cautela. Claudia Sheinbaum, la presidenta electa, pidió a Ricardo Monreal, alfil de López Obrador en el Legislativo y coordinador de la bancada oficialista en la Cámara baja, que no se aprobara la reforma por la vía rápida y que tuviera especial cuidado en respetar el proceso legislativo para no dar pie a reclamos o posibles apelaciones. Monreal había adelantado el fin de semana que la aprobación del dictamen podía darse el 1 de septiembre, cuando se instala la nueva legislatura, pero dijo que la sugerencia de Sheinbaum de “no precipitarse” era atinada. El bloque morenista y sus aliados ya lograron que el proyecto fuera aprobado en comisiones el pasado lunes, tras una maratónica sesión de unas 10 horas.

La reforma judicial ha tensado la relación con Estados Unidos y Canadá, los principales socios comerciales de México, y ha abierto un frente más con el Poder Judicial, que ha anunciado nuevos actos de protesta en contra de la vulneración de la separación de poderes y los derechos de su base trabajadora. El afán de López Obrador de aprobar una batería de reformas al final de su mandato ha provocado turbulencias en un traspaso de poder a Sheinbaum que se anticipaba terso y sin mayores contratiempos. La primera mujer en alcanzar la presidencia de México tomará posesión el 1 de octubre. Estados Unidos saldrá a las urnas en noviembre próximo.

México Critíca a Perú y Tensa Relaciones

“Lo vamos a seguir haciendo”, ha dicho el mandatario sobre los ataques a la presidencia de Dina Boluarte, en una nueva escalada de la crisis diplomática entre ambos ejecutivos

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha respondido con dureza a las críticas de la mandataria peruana Dina Boluarte, quien lo ha acusado de injerencia en los asuntos internos de Perú. López Obrador ha salido de nuevo este lunes a la defensa del expresidente Pedro Castillo y ha afirmado que su destitución “fue una farsa, porque no se respetó la voluntad del pueblo de Perú, se pisoteó la democracia y se cometió una gran injusticia al destituirlo y encarcelarlo”. El presidente mexicano ahonda en la escalada diplomática y ha catalogado como “de facto” al actual Gobierno peruano, al que considera “autoritario y represor”.

La reacción de López Obrador se da después de que Boluarte decidiera retirar de forma definitiva a su embajador en el país norteamericano, tras afirmar que rechaza “enérgicamente las expresiones formuladas por el presidente de México sobre asuntos internos del Perú y sus inaceptables cuestionamientos que de manera reiterada fórmula sobre el origen constitucional y democrático de mi Gobierno”. Boluarte ha acusado López Obrador de “apoyar el golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo, el mismo que generó el rechazo unánime de las instituciones que integran el orden democrático en el Perú”. México lamentó el fin de semana el retiro del diplomático peruano y aseguró que no cerrará los canales de comunicación con el país andino. “[El Gobierno de México] hace votos para que pronto se alcance un acuerdo democrático a las desavenencias que prevalecen en este hermano país latinoamericano”, ha informado la Cancillería mexicana en un comunicado.

El tono conciliador de ese texto contrasta, sin embargo, con las críticas de López Obrador. El mandatario mexicano ha catalogado este lunes durante su conferencia de prensa matutina como “títere, un pelele, un gobernante a modo” a la actual mandataria peruana y también ha cargado contra el Congreso de Perú, al que ha señalado de responder a los intereses de los grandes capitales y de empresas extranjeras, “como lo padecimos aquí nosotros durante más de 30 años, que todas las reformas a la Constitución que se hicieron fue para favorecer a una minoría rapaz y entregarles los bienes públicos, los bienes de la nación a empresas nacionales y extranjeras, todo el proceso de privatización; es lo mismo”, ha comparado el mandatario.

López Obrador también ha criticado lo que ha considerado “un silencio hipócrita” del resto de países latinoamericanos sobre la crisis de Perú, que inició el 7 de diciembre, cuando el entonces presidente Castillo anunció la disolución del Congreso y decretó un Gobierno de excepción. Castillo fue detenido horas después y trasladado a una prisión de Lima. Su decisión provocó un rechazo unánime de las democracias latinoamericanas, aunque también su destitución y encarcelamiento ha generado críticas tanto de López Obrador como del mandatario colombiano Gustavo Petro, a quien el Congreso de Perú declaró persona non grata.

“Molesta mucho que todos callan”, ha dicho López Obrador, quien en reiteradas ocasiones ha justificado su silencio sobre otras crisis de la región, como la de Nicaragua con Daniel Ortega, alegando que México no interviene en asuntos internos de otros países, bajo lo establecido en la llamada Doctrina Estrada. “Está como esto que vimos, que son muy hipócritas, gritan como pregoneros, ¿no?, cuando les conviene y callan como momias cuando no les conviene; entonces, la prensa mundial, los periódicos más famosos del mundo, la OEA en el caso de América, la ONU, las organizaciones de derechos humanos, nadie habla de esa gran injusticia, cuyo fondo es que una oligarquía en el Perú, nacional, pero sobre todo extranjera, está saqueando los bienes naturales del Perú: el gas, los recursos mineros”, ha criticado el mandatario. “Molesta, indigna, es una gran injusticia, no se puede uno quedar callado, y lo vamos a seguir haciendo”, ha cerrado López Obrador su conferencia, en un reto directo al Gobierno peruano.